
A propósito de la crisis: Si no me gusta, te lo devuelvo
Durante la semana pasada y los primeros días de ésta, he pensado mucho en los chilenos y en mi país.
¿Has pensado que el negocio que va a destruir el que hoy estás gestionando, ya existe?. Al menos de manera incipiente, tal vez en un garaje en California o, ahora que lo pienso bien, en un pequeño departamento en Estonia, Israel o Polonia. Pensar lo contrario es, sencillamente, no ver la realidad. O peor aún, no querer ver la realidad.
Llegamos a un momento en el cual el pasado ya no nos permite proyectar el futuro. Al menos para mí es imposible predecir qué va a pasar con los modelos de negocios, con los productos y servicios o con los consumidores. Lo que sí sé muy bien es lo que no va a pasar: cambios secuenciales. La obsolescencia de los modelos de negocios es más rápida que nunca. Podríamos decir que sufrimos de “obsolescencia precoz” o tal vez llamar a este fenómeno “obsolescencia acelerada”.
No es de extrañar entonces, en medio de la demanda colectiva de los usuarios a Apple por la supuesta obsolescencia programada del iphone, entender que si no lo hacen las marcas, lo hará el mercado, la competencia, tu cliente o tu proveedor. Es algo a lo que nos deberemos acostumbrar porque va a suceder cada vez con más frecuencia.
Durante la semana pasada y los primeros días de ésta, he pensado mucho en los chilenos y en mi país.
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