
Todos somos influencers
En un mundo hiperconectado, en donde los likes y los amigos virtuales son símbolo de estatus, liderazgo, poder e influencia,
Recuerdo cuando recién comencé a trabajar, mi primer cargo no tenía ningún título. Simplemente yo formaba parte de un equipo de ingenieros, de pares, con un propósito común. Y nunca me lo cuestioné.
Sin embargo, en la medida que avanzaba en mi carrera, los roles y cargos me empezaron a llamar la atención. Sentía que cada nuevo ascenso en mi carrera significaba más autoridad formal, responsabilidades y alimentaba mi bolsillo y mi ego. Claro, de esto último no era tan consciente, ya que pensaba que el liderazgo era algo que se otorgaba a alguien por decreto y no algo que se ganaba a través del reconocimiento, como autoridad informal, por parte de un equipo.
Me toca mucho ver, en especial en el mundo del emprendimiento, a directores generales, o dicho más cool aún, a CEOs de startups actuando más como jefes de ventas que ejecutivos propiamente tales, independientemente del tamaño de la empresa. El micromanagement debe ser uno de los mayores signos de mala gestión por parte de un líder, quien, al no soltar el lastre, no conseguirá liderar a su equipo para escalar de manera correcta a la organización. El micromanagement , por si no habías escuchado antes el término, es una forma de gerenciar ejerciendo control excesivo sobre los miembros del equipo, prestando demasiada atención a los detalles del trabajo que realizan.
El gran problema de estos CEO’s novatos es que no saben ejercer su rol estratégico y se quedan «pegados» en roles de ejecución del día a día, perdiendo el foco en la construcción del negocio en el largo plazo. Muchos de ellos deben dar un paso al costado cuando las empresas comienzan a crecer para permitir que lo haga y no entorpecer su desarrollo, pero se resisten a hacerlo. Le pasó a Steve Jobs en 1985, pero lo he visto después, más a menudo de lo que creía podía suceder.
Los líderes verdaderos inspiran, influyen y empoderan a sus colaboradores en la organización para la consecución del su visión con un propósito compartido. Así, su tiempo debería dedicarse al futuro y dejar el trabajo del presente a los managers. Pero no se trata de no preocuparse del presente en lo absoluto. Los buenos líderes deben hacer pequeñas cosas positivas que le importen a sus colaboradores, a diario.
Simon Sinek, a quien admiro mucho, dice que «No se trata de intensidad, se trata de consistencia«. Los verdaderos líderes se preocupan de su entorno personal, con una mirada introspectiva y de autoreflexión, impactando positivamente en su entorno inmediato. Algunos le llaman micro-liderazgo a este enfoque.
Hay demasiados CEO’s jefes dando vuelta, una fórmula del pasado que, hoy, en época post pandemia, dejó de ser efectiva. Hoy, con el trabajo a distancia, es fácil identificar a los verdaderos líderes, aquellos que conectan con sus colaboradores y facilitan el aprendizaje y el empoderamiento. En sólo un par de años, para el 2025, más del 75% de los actuales jefes serán millennials. Esos, los futuros CEOs, no le temerán al cambio e incorporarán nuevas maneras de pensar los negocios. Si no eres uno de ellos, es momento de desarrollar esas competencias y cambiar. Será la única forma de atraer y retener talento en las grandes compañías (o en aquellas que pretendan serlo).
Conoce qué tipo de líder eres conociéndote a ti mismo primero . ¿Te lo has preguntado alguna vez?
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