Han pasado más de dos meses desde la primera detección de un caso de Covid-19 en Chile. Desde entonces, la ansiedad e incertidumbre han sido las emociones que nos han embargado día a día y que se han tomado la agenda pública y privada, hasta la intimidad de nuestros hogares. Nuestras conversaciones rondan en torno a las novedades y cambios de la situación diaria, intentando con ello comprender y descifrar el alcance que deparará la era post pandemia.
Ya hemos comenzado a hablar del síndrome de la sindemia. Este término se refiere a la exposición por parte de la población a dos o más problemas de salud generados a partir de eventos concurrentes o secuenciales, como los vividos por los chilenos en los últimos 8 meses, desde el estallido social del 18-O, pasando por la crisis sanitaria actual y, finalmente, la crisis económica que inevitablemente viviremos.
No sabemos aún qué consecuencias psicológicas nos traerán estos problemas en nuestros contextos sociales y económicos. Lo que sí es claro es que la solución a ellos la tendremos que construir todos, en comunidad y colaboración, donde la correcta actitud y comportamiento individual son fundamentales.
Toda crisis trae oportunidades. De eso no hay dudas, aunque a veces cueste ver la luz al final del túnel, más aún cuando no conoces el largo de este último. Muchas empresas lo entienden así y están abordando esta contingencia con diversas fórmulas. Podríamos decir que han intentado reinventarse en algún aspecto, con la idea de subsistir, seguir produciendo y desarrollando sus actividades. Desde sus modelos de trabajo, ahora en modo remoto y apoyándose fuertemente de la tecnología, hasta sus modelos de negocio, ofreciendo una propuesta de valor distinta al mercado.
Esto no ha sido ajeno a las Pymes y mucho menos a quienes han tenido que buscar nuevas fuentes de ingresos, ante la merma o pérdida de su fuente original. Restaurantes transformados en bodegas de venta de alimentos, o vendedores convertidos en chefs, son parte de la oferta habitual que vemos circular, muchas veces con improvisados flyers, en nuestras redes sociales y grupos de Whastapp.
Esta es la llamada «nueva normalidad» a la que nos enfrentamos y de la cual nadie puede predecir los cambios conductuales que provocará. Sin embargo, es claro que este escenario nos traerá nuevas oportunidades de negocios. El llamado es a llevar nuestra mirada fuera de nuestro ombligo y escuchar las necesidades de la gente. Sólo así podremos entender sus dolores, esos mismos que darán origen a los negocios del futuro.
Tengo un ejemplo cercano que refleja esta idea. Un amigo, que ofrecía clases presenciales de una nueva forma de entrenamiento físico, se encontraba hace algunos meses buscando la forma de asociarse con gimnasios para poder conseguir alumnos, para algún día, poder abrir el suyo propio. Hoy, hace sus clases a través de Zoom y sus alumnos se conectan todos los días de todas partes del mundo. Su idea original, ya perdió sentido. Pero en vez de haberse echado a morir cuando se restringió la apertura de gimnasios, vio la oportunidad y se puso manos a la obra.
Todo es un tema de actitud, de Jutzpá, esa motivación inagotable a ir por más y no conformarte. Sólo en esa búsqueda incesante, encontrarás el camino correcto y, por qué no, probablemente también tu libertad empresarial.