Hace algunos años, no muchos, tuve la posibilidad de hacer uno de los viajes familiares que mis hijos recuerdan con mayor cariño. Fuimos a Hawaii. Viaje largo, con varios cambios de avión, en donde, mientras pasaban las horas, las expectativas aumentaban.
Hawaii está compuesto por un archipiélago de ocho islas principales. Además de Oahu, la más importante, donde se encuentra Honolulu, su capital y puerto de llegada de la mayoría de los vuelos internacionales, queríamos visitar la famosa isla de Maui. Una de las excursiones más recomendadas en los folletos y las investigaciones que realicé en Internet, era una llamada «Road to Hana».
Me llamó la atención que la atracción turística tuviera ese nombre. ¿ Qué era Hana y qué había allí tan espectacular, que justificara manejar más de 6 horas para ir a verla?
Todos sabemos que los objetivos importantes intimidan. Todos hemos sentido miedo al enfrentarnos a un desafío desconocido con riesgos a veces impredecibles. El «algún día» lo haré no deja de perseguir tus sueños y, dependiendo del premio, te animarás o no a hacer ese viaje.
Entre las cosas que leí antes de tomar la decisión de aventurar a mi familia a esa experiencia, me encontré con varios posts en distintos blogs que alertaban sobre lo dificultoso del camino hacia Hana. Uno decía textualmente que era la quinta carretera más peligrosa del mundo, con caminos muy angostos y curvas cerradas, entre otras cosas, razones suficientes para mi para justificar el temor que comencé a sentir mientras más investigaba.
Un estudio de Harvard descubrió que los seres humanos gastamos cerca del 50% de nuestro tiempo pensando en el pasado y en el futuro, en vez de focalizarnos en el presente, en lo que podemos hacer aquí y ahora mismo para mejorar y aumentar nuestro estado de felicidad.
Es normal pensar así, castigándonos por lo que hicimos mal o soñar sobre nuestros posibles ideales estados futuros. Si en vez de eso, en vez de pensar en ese gran objetivo, en mi caso «llegar a Hana», pensamos en pasos más pequeños, que nos permitan actuar hoy, sin espera, veremos que lograremos muchos más resultados. Algunos les llaman small wins, pequeñas ganancias que rompen la inercia y que han demostrado ser lo más poderoso para crear el impulso necesario al cambio que estamos buscando.
Arthur Ashe, uno de los más grandes íconos de la historia del tenis, fallecido en 1993, dijo que «el éxito es un viaje, no un destino. El hacer es a menudo más importante que el resultado«
Lo más increíble de esta historia es que nos animamos a hacer el viaje a Hana, aún habiendo leído las advertencias de peligro que comenté y sin tener muy claro cuál era ese destino. Pero en vez de preocuparnos del destino, nos preocupamos de disfrutar lo más importante que tiene esa actividad: las maravillas del viaje, de 84 kilómetros. Nos encontramos con vistas sorprendentes, flores de todo tipo, estrechos puentes, playas de arena negra, acantilados y decenas de cascadas increíbles que fuimos detenidamente contemplando en las más de 600 curvas que tiene el camino. En muchas de ellas nos detuvimos para admirar una de las mayores bellezas que se pueden apreciar en una de las más bellas y famosas carreteras del mundo.
¿Y qué fue de Hana? Verdad que no te he contado. Hana tiene solo 9 kilómetros cuadrados y, según el último Censo del año 2019, apenas vivían ahí unas ochocientas personas. Asumo que no habrá muchas más hoy. ¿Cosas interesantes para ver? Seguro que encontrarás una lista, aunque no muy larga, en internet. Nosotros no estuvimos más de media hora recorriéndola antes de decidir emprender el regreso.
Existen algunas reglas básicas para poder desarrollar la actitud de aventurarse a lo desconocido y no tener más ambición que intentar disfrutar del viaje, aunque el destino parezca imposible de alcanzar. Considera estas tres principales:
- Sé lo más específico posible en la meta que quieres lograr. No digas que vas a caminar más, proponte caminar un tiempo determinado, aunque sean solo 30 minutos al día.
- Divide tu objetivo en partes más pequeñas si crees que aún es inalcanzable, para convertirlo en pequeñas metas. Cuando decidí comenzar a escribir mi libro, comencé escribiendo solo algunos párrafos, que me impulsaron a seguir con los pasos siguientes.
- Reserva un tiempo diario, aunque sean solo 10 minutos, para trabajar, pensar o planificar tus pasos y ser productivo en alcanzarlos. Eso te permitirá mantener tu objetivo presente en tu mente y mantenerte motivad@ para lograrlo. Prohibido procrastinar respecto de esto.
Recuerda que todo es un tema de actitud. Aunque todo parezca ir mal y no resulte en el logro de tu objetivo, al menos lo intentaste y habrás ganado la experiencia para tu siguiente desafío. Haber realizado ese viaje sí importa y es también una muy buena razón para celebrarlo.