¿Te has preguntado alguna vez para qué sirve cada una de las partes del ala de un avión? ¿Has escuchado alguna vez la expresión «baja los flaps» ? No se si te lo han dicho directamente a ti, pero estoy seguro que debes haberla escuchado decir alguna vez.
Los flaps son unas superficies móviles que se encuentran en las alas de los aviones y permiten, al extenderlas, que éste vuele más lento, sin perder la sustentación. Se utilizan siempre cuando el avión se encuentra más cerca del suelo, aportando mayor seguridad al vuelo.
Escuché esa frase varias veces mientras realizaba el curso de piloto de planeadores. Pero posteriormente, cada vez que escuché a alguien decírmelo, ya no era por el mismo motivo y pensaba que a lo mejor era una metáfora porque me veían estresado o estaba evidenciando mi ansiedad, por llevar una vida muy acelerada. El llamado que al parecer me hacían era a bajar revoluciones, a andar más lento por la vida, pero yo nunca hice caso.
Sentía que debía estar en control de mi futuro y eso sólo lo podía lograr estando en todo, preocupado de los detalles. En el mundo empresarial, eso se denomina micromanagement, y es una de las acciones más dañinas que un gerente puede realizar al mando de una empresa. Ese control no era otra cosa que la expresión de la obsesión por alcanzar objetivos y metas, generalmente impuestas por la sociedad y el mundo exterior. Pocas veces reflexionamos sobre nuestro propósito ni nos cuestionamos si nuestras acciones y relaciones están en concordancia con él, si sirven para alcanzarlo. Simplemente nos dejamos llevar por los controles sociales, que terminan determinando nuestra conducta.
Sin embargo, sólo cuando nos sentimos cerca del suelo, en una crisis, o en una situación de búsqueda y crecimiento personal, cuestionándonos el propósito y el significado de las cosas, es cuando nos damos el tiempo para reflexionar y conversar con nosotros mismos. El autoconocimiento exige tiempos para ti, en soledad, en calma. Exige que vayas más lento, en un viaje seguro, con los flaps abajo.
En el libro «Dejar ir» de David R. Hawkins, el autor dice que muchas personas, sobre todo en las grandes ciudades, aprenden a vivir con la adrenalina alta. La amenaza para la sobrevivencia es la que los mantiene en esos niveles, lo que lleva a la gente a deprimirse los fines de semana o durante las vacaciones, cuando la producción y el efecto anestésico del cortisol baja considerablemente. Se trata de gente adicta a la excitación y a la estimulación anormal, acostumbrada a la euforia inducida por los altos niveles de cortisol.
Estoy seguro que yo soy un poco así, por lo que he buscado fórmulas simples que me permitan bajar los flaps, pero de manera más permanente, lo que me ha ayudado mucho en los últimos años. Te dejo tres formas simples que he encontrado y he comenzado a practicar para avanzar en este camino:
Propósito: Enfocarte en hacer las cosas que contribuyen a tu propósito y dejar de perder el tiempo en aquellas que no aportan a nuestras vidas es el norte para guiar tus acciones.
Decir NO: Aprender a decir que no cuando sea necesario no es nada fácil. Hay que hacerlo de manera asertiva.
Gratitud: Practicar la gratitud es comenzar a enfocarnos en lo que tenemos en vez de en lo que nos falta, agradeciendo por ello diariamente. Esto nos dará una perspectiva positiva de la vida.
Este proceso, de vivir de una manera más consciente y significativa, disfrutando cada momento de la vida al máximo, nos permitirá encontrar mayor tranquilidad y felicidad. Muchas veces, cuando nos damos cuenta de ello, ya es demasiado tarde, por lo que el consejo es aprender a liberarnos de las distracciones externas y dejar que la vida fluya en nosotros, para así encontrar en ella el verdadero placer de hacer lo que nos apasiona. ¡Baja los flaps!