“Si yo tuviera una hora para resolver un problema y mi vida dependiera de
la solución, yo gastaría los primeros 55 minutos para determinar
la pregunta apropiada , porque una vez supiera la pregunta correcta,
yo podría resolver el problema en menos de cinco minutos»
—ALBERT
EINSTEIN
Mi actividad principal en los últimos años ha estado enfocada en el acompañamiento de empresarios de startups en su trayecto de crecimiento. Me apasiona el debate en torno a la innovación y la creación de valor, especialmente a partir de la tecnología. A pesar de ello, me ha ocurrido más de alguna vez que me aburro en las reuniones y no logro concentrarme. Mi mente comienza a divagar con ideas que poco o nada tienen que ver con el propósito del encuentro. Seguro te ha pasado a tí también. ¿Te has preguntado qué aspectos podrían causar este desvío de atención? ¿Qué nos puede estar faltando para generar encuentros más productivos?
Es conocido que la calidad del conocimiento que adquirimos en nuestra vida y la eficacia de nuestras acciones depende en gran medida de la calidad de nuestras preguntas. Pareciera ser que nuestra mente se activa más cuando la desafiamos que cuando sólo recibe información. Varios premios Nobel han comentado que el momento «Eureka» se les presentó cuando se les reveló la pregunta «correcta».
El filósofo Hans-Georg Gadamer, en su libro Verdad y Método, plantea que preguntar abre la posibilidad al conocimiento. «El sentido de preguntar consiste precisamente en dejar al descubierto la posibilidad de discutir sobre el sentido de lo que se pregunta. Una pregunta sin horizonte o sin sentido –escribe el autor–, es una pregunta en vacío que no lleva a ninguna parte«. De acuerdo con Gadamer, el preguntar es también el arte de pensar.
Filósofos como Sócrates enfatizan la importancia de cuestionar para comprender y vivir plenamente. Estas preguntas, en general, resultan difíciles de hacer ya que involucran cuestionar toda la existencia. Dudar de todo y no creer en todo lo que nos han contado sin reflexionarlo es parte de la libertad de pensamiento. Sócrates decía una y otra vez que filosofar es examinar la vida, cuestionarla, interrogarla, precisamente para poder vivirla humana y cabalmente.
Pero no basta con preguntar, es esencial hacer buenas preguntas. Bien vale preguntarse ¿qué diferencia hay entre preguntas que conducen a nuevas reflexiones y aquellas que no despiertan ningún interés?
En el mundo del coaching, se habla de preguntas poderosas. Son aquellas que abren espacios y posibilidades de reflexión, expandiendo nuestra comprensión interna y externa del mundo que nos rodea. Son preguntas que nos desafían a ser contestadas, por su calidad intrínseca, su llamado a la reflexión e invitación a la acción.
A través del poder de buenas preguntas no sólo creceremos como personas. También estamos aumentando nuestras capacidades de negociación, mejorando nuestras relaciones, desarrollando capacidades para resolver problemas complejos con nuestros equipos y, por supuesto, conocernos a nosotros mismos. Es decir, constituye una herramienta de vida.
El mundo está experimentando cambios monumentales a un ritmo vertiginoso. La pandemia, la inteligencia artificial, el cambio climático y las guerras que azotan al mundo son sólo algunos ejemplos de eventos que están reconfigurando nuestra vida, la forma en que trabajamos, vivimos y nos relacionamos, y por qué no decirlo, también, el orden mundial. Ante esta aceleración, ¿qué es lo que nos impide reflexionar? Si no damos el paso ahora, difícilmente tendremos las respuestas para poder enfrentar de mejor manera los desafíos que estos cambios nos están imponiendo.
En la cultura que vivimos, pareciera ser que nos sentimos cómodos con el No Saber y son pocos los que se lo cuestionan. La búsqueda rápida de la respuesta en Google o ChatGPT, cómoda y al alcance, a veces es la que nos impide poner énfasis en el análisis y la exploración de nuevas posibilidades, limitadas por las creencias aprendidas y la influencia de los medios. Ya lo aprendimos con la IA: para obtener buenas respuestas, debes hacer muy buenas preguntas (buenos prompts).
Seamos protagonistas y busquemos esas oportunidades que nos inviten a espacios de reflexión y exploración a través de preguntas catalizadoras y dejemos de tomar posiciones de pensamiento rígidas, que sólo nos limitan y nos llevan a malas decisiones.
Y tú, ¿te haz hecho preguntas poderosas?