JOMO, un antídoto para la ansiedad

Vivimos en una era en la que las redes sociales y la conectividad constante amplifican nuestra percepción de lo que otros están haciendo, logrando o disfrutando. Este fenómeno, conocido como FOMO (“fear of missing out” o “miedo a perderse algo”), no solo genera ansiedad, sino que también influye de manera significativa en nuestras decisiones. Nos hace perseguir tendencias y buscar experiencias que parezcan dignas de ser compartidas

En lo personal, también viví intensamente el síndrome de la vida ocupada. Quería estar al día de todo y hacer todo, hasta de lo que me decían las redes sociales que no podía perderme, como restaurantes o panoramas de moda, hacer deporte, dormir bien, asistir a todos los eventos donde era invitado y, por supuesto, cumplir con mi familia y el trabajo. La agenda era el espejo de mi éxito.

En el ámbito financiero, no querer perdernos las aparentes oportunidades es un síntoma de lo mismo, que puede conducirnos a decisiones precipitadas. Un ejemplo claro de esto fue la ola de inversiones en startups durante la última década, donde la promesa de pertenecer a la próxima gran revolución tecnológica nubló el juicio de muchos inversores. Guiados por el temor a quedarse fuera, se destinaron capitales exorbitantes a proyectos con modelos de negocio poco claros o expectativas de crecimiento irreales. Algunas compañías lograron levantar millones de dólares en rondas de financiamiento, sólo por prometer disrupción o crecimiento a toda costa, sin planes sólidos de monetización.

Pero, ¿Qué ocurriría si adoptamos una filosofía completamente opuesta? Aquí entra en escena un concepto emergente y poderoso: el JOMO (“joy of missing out” o “la alegría de perderse algo”).

El JOMO nos invita a abrazar la satisfacción de vivir una vida propia, desconectada de las expectativas externas y comparaciones constantes. En lugar de enfocarnos en lo que podríamos estar perdiéndonos, esta filosofía propone centrarnos en nuestras prioridades reales, disfrutar el momento presente y tomar decisiones alineadas con nuestros valores y objetivos a largo plazo.

En este sentido, no sólo es un antídoto para la ansiedad generada por el FOMO, sino también una guía hacia una vida más saludable y equilibrada, que exige hacer renuncias y saber delegar. Se trata de un fenómeno social que promueve una mayor desconexión de las redes sociales y el enfoque en la búsqueda de la satisfacción, lo que redunda en mayor bienestar personal y emocional, mejores relaciones interpersonales y una capacidad reforzada para tomar decisiones fundamentadas.

En el contexto de las inversiones y el emprendimiento, esta actitud de vida podría tener un impacto transformador. Rechazar la presión de subirse a cualquier tendencia o a cada nuevo hype, simplemente porque “todo el mundo lo está haciendo” permite enfocarse en oportunidades reales, sostenibles y alineadas con un propósito claro. En lugar de correr tras un espejismo, el inversor o emprendedor podrá evaluar riesgos con calma, cuestionar modelos de negocio y priorizar la calidad sobre la cantidad.

A lo mejor estás pensando que la invitación es a que renuncies a tu crecimiento o a las oportunidades. Por el contrario, significa elegir conscientemente qué caminos recorrer y cuáles dejar de lado, entendiendo que perderse algo no sólo es inevitable, sino también deseable en muchos casos. Vivir comparándonos con los demás alimenta el ego y perpetúa una insatisfacción crónica. Vivir para nosotros mismos, en cambio, nos libera.

Disfrutar de nuestras elecciones, reconociendo que perderse algo es parte natural de una vida equilibrada no parece ser una postura revolucionaria, pero nos recuerda que no estamos aquí para cumplir con las expectativas de nadie más que las nuestras y que la verdadera riqueza no radica en lo que poseemos o experimentamos, sino en la paz que logramos al elegir con sabiduría. Quizás es momento de practicar el desapego y dejar de temer perdernos algo, para empezar a alegrarnos por todo lo que ganamos al decidir conscientemente cuándo decir que no y cómo vivir nuestra vida.