Durante los últimos 15 años he dedicado, consistentemente, tiempo y esfuerzo a conocer gente, mucho más que en los 20 años previos. No recuerdo que hayan pasado 2 semanas sin que haya asistido a un evento o encuentro con alguien o un grupo de personas que me pareció interesante. La verdad es que me cuesta rechazar esas invitaciones. Para más de alguien en mi círculo cercano lleno mi agenda de manera innecesaria. Para mí, es adrenalina o, dicho de otro modo, gasolina para mi motor interno.
Si bien la palabra networking se asocia principalmente a los negocios cuando unos y otros están en búsqueda de redes para capturar oportunidades, lo cierto es que las relaciones que de ahí nacen, una vez que se construyen y profundizan, pueden constituir un ingrediente fundamental en la felicidad de las personas.
Si preguntáramos a los millenials cuáles son las metas más importantes en su vida, más del 80% respondería que una de ellas es hacerse rico y cerca del 50% diría que otra de sus metas es ser famoso. Pero, ¿es eso lo que hace a la gente feliz y saludable?
Aunque no fue una gran sorpresa para mí, porque lo intuía, los dos aspectos mencionados por los adultos jóvenes no tienen nada que ver con la felicidad. Según un estudio y seguimiento realizado por más de 75 años a cerca de 800 personas durante toda su vida, se logró determinar que son las buenas relaciones las que nos mantienen felices y saludables. Las personas con más vínculos sociales, familiares y comunitarios incluso viven más, mientras que la soledad resulta ser tóxica en sus vidas.
En el mismo estudio (ver charla TED de Robert Waldinger) se determinó que era posible predecir la calidad de la vejez de las personas, simplemente analizando la calidad de sus relaciones en épocas pasadas, digamos entre lo 45 y 55 años. Y así ocurrió: al final del mismo estudio, los que tuvieron una vejez más saludable fueron justamente aquellos que se sentián en relaciones más felices, seguras y cercanas durante su mediana edad, nada que ver con su nivel de colesterol.
Pero ojo, no estamos hablando de cantidad, sino que de calidad. Se trata de tener círculos de relaciones de calidad, que a su vez generen seguridad. Por eso, aquí no sirve cualquiera y menos los amigos que sólo conocemos a través de Facebook o Instagram.
Volviendo al networking, si asistir a eventos, intercambiar tarjetas (aunque el intercambio de tarjetas está un poco pasado de moda) y conocer gente, ayuda al proceso de relacionamiento, esto es sólo el principio. Es muy útil para construir conexiones, pero lo que realmente tiene valor es construir puentes entre esas conexiones. Por eso, de cada nuevo encuentro trato de identificar aquellas personas con las que realmente me deseo conectar, más allá de la relación transaccional o de negocios evidente que pudiera surgir. Siempre, de cualquier encuentro, puedes encontrar a un nuevo mejor amigo. Mucha gente con la que actualmente mantengo amistad y contacto permanente nació a partir de estos encuentros de networking.
Si de felicidad y trabajo se trata, aprendamos entonces a clasificar nuestras relaciones y distingamos que pueden agruparse al menos en dos tipos. Aquellas que te pueden llevar a hacerte rico y famoso y aquellas que pueden mantenerte en un estado de felicidad más permanente, lo que te ayudará seguramente a tener también una mejor vejez. De ti depende cuáles desarrollar más en tu vida. Al final, todo se trata de equilibrio.
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