¿Te imaginas un espacio de trabajo donde la tecnología y la inteligencia humana se fusionen en una sinergia perfecta? No es ciencia ficción. Es el próximo paso en la evolución del trabajo.
En los últimos meses he visto un creciente interés de los líderes empresariales y los ejecutivos en entender cómo se reconfigurará el futuro laboral con la adopción de las tecnologías avanzadas, específicamente la Inteligencia Artificial (IA). La combinación de capacidades humanas con este tipo de tecnologías sin duda va a revolucionar el panorama empresarial y del trabajo. De hecho, ya lo está haciendo, pero pocos tienen claro el real impacto que tendrá en nuestras vidas según evolucionen las empresas.
En este contexto, un concepto que he escuchado ya varias veces, el de las empresas biónicas, surge como un enfoque innovador que busca integrar de manera efectiva lo humano y lo digital para impulsar la productividad, la creatividad y la competitividad en las organizaciones. Se trata de impulsar el aprendizaje exponencial para tomar decisiones ágiles, pero de calidad.
Y no se trata de inventar el hilo negro en el futuro del trabajo, sino de que sean las mismas empresas en las que hoy trabajamos las que usen estas tecnologías para gestionar sus activos, tanto los físicos como el conocimiento que tienen de sus empleados, además del que naturalmente generan. En este nuevo contexto todos los procesos cambiarán, creando una cultura empresarial más moderna y adecuada para el nuevo escenario del mundo laboral con IA. No estarán ajenos los conceptos asociados a la privacidad y el, cada vez más exigido, equilibrio entre lo personal y lo laboral.
Pero este enfoque no sólo implica la adopción de tecnologías de punta, sino que también la redefinición de roles, la promoción de entornos de trabajo colaborativos y la inversión en el desarrollo de habilidades relevantes para el futuro. Uno de los mayores retos será justamente el desarrollo de dos habilidades clave: la inteligencia emocional y la capacidad de trabajar en simbiosis con la IA.
No se trata solo de la implementación de nuevas herramientas digitales o de generar automatizaciones al interior de las empresas, como muchas ya lo están haciendo. Me refiero más bien a la integración de estas innovaciones con el potencial creativo y estratégico de los equipos y las personas en las organizaciones. Se trata de fusionar las nuevas capacidades con la intuición, el juicio humano y el entendimiento del contexto en entornos donde aún las máquinas no son capaces de sustituirnos. Se necesitarán nuevos líderes, con capacidad de movilización, que puedan llevar a estas personas a nuevos niveles de bienestar, con la tecnología como parte fundamental de la ecuación. El conocimiento en los datos y el uso de la tecnología como aliada permitirá gestionar y aprovechar mejor el talento y no poner en riesgo a la organización
En una charla que di hace algunas semanas, un ejecutivo presente me preguntó si creía que las máquinas iban a sustituir de manera importante el quehacer de los humanos y cuál creía yo era el mayor riesgo para las personas activas laboralmente hoy. Mi respuesta, sin ser futurólogo, fue simple. Expliqué que el mayor riesgo está en las personas que no se preocupan o no sean capaces de subirse a la ola, de capacitarse y aprovechar las nuevas tecnologías en su favor para potenciar sus capacidades usando IA. Estas personas sí serán reemplazadas, dije. Los demás, los que estén en condiciones de establecer puentes de colaboración estrechos entre humanos y máquinas, serán los triunfadores. Estamos aún a tiempo para planificar y proyectar la fuerza laboral humana y digital a través de las nuevas habilidades requeridas o «power skills».
De la misma forma como un surfista estudia las olas antes de decidir sobre cuál montarse, existirán personas a las que la ola les explotará encima, otros que la surfearán con éxito y un porcentaje no menor que se preguntará ¿cuál ola?