Hay un término al que me gusta mucho referirme, por lo que lo he usado reiteradamente en mis charlas. También le he sacado el jugo en mis posts y en mi libro «Piensa al Revés», ya que, en mi opinión, no considerarlo es uno de los pecados capitales en el mundo empresarial actual. Te hablo de Coopetition, competir y colaborar a la vez.
Digo mundo empresarial, aunque son las startups las que en mayor medida entienden y practican la colaboración. Son ellas las que están desencadenando la revolución más importante que hemos visto desde la revolución industrial, cuyas empresas de rápido crecimiento y que gracias a la tecnología y la innovación en sus modelos de negocio están cambiando el mapa de poder de las empresas más grandes e influyentes del mundo. No se trata de una moda, sino que de los nuevos valores y estilos de liderazgo que han llegado de la mano de las nuevas generaciones de empresarios y emprendedores, que entienden que la colaboración y la preocupación por el otro y el medio ambiente son la forma moderna de hacer empresa.
La colaboración, al igual que la economía colaborativa, en la que llevamos ya varios años inmersos, está demostrando ser un arma eficaz para generar ventajas competitivas, incorporando el prefijo «co» al tradicional marco de competencia empresarial que ha existido siempre, desde que el mercado es mercado. En la economía tradicional las empresas han intentado controlar y maximizar el poder de toda la cadena productiva, lo que no solo es ineficiente sino que además genera problemas de mercado por concentración e integración. Por otro lado, si entendemos que no podemos ser los mejores en todo y pensamos como estrategia tener relaciones colaborativas y alianzas estrechas para generar valor, estaremos generando posiciones de mercado muy sólidas y difíciles de destruir. Aquí el viejo refrán «pastelero a tus pasteles» queda muy bien.
Sin embargo, a veces, simplemente no es posible colaborar. Existen escenarios de suma cero, en donde lo que uno gana, lo pierde el otro. La idea de colaborar es la creación de valor adicional conjunta, lo que no siempre es posible. Pero si decides al menos intentar hacerlo por filosofía, lo primero debe ser definir claramente los objetivos e intereses de las partes, asegurando avanzar hacia un modelo win-win, única forma de lograr alineamiento estratégico coherente y ausente de desconfianzas. El ahorro de costos, mejoras en el time-to-market, sinergias y ahorro de ineficiencias es indiscutible. Muchos nuevos líderes están experimentando tímidamente sobre esta nueva forma de competir y han puesto en marcha comportamientos mixtos de cooperación y competencia, basados en la filosofía básica de competir sin destruir.
Ejemplos de formas de coopetencia hay muchas. Podrías, por ejemplo, colaborar y establecer alianzas con empresas que te ayuden a expandir tu negocio mas allá de tus posibilidades geográficas, o bien, con otras que complementen tu oferta y mejoren tu propuesta de valor, incluso aunque algunos de sus productos pudiesen ser sustitutos de los tuyos.
Coopetir significa un sinfín de cosas. No es solo una simple declaración de intenciones. Significa estar abiertos a compartir información estratégica del negocio, a hablar de «nosotros» en vez de pensar solo en uno mismo, exige un estilo de liderazgo que promueva la autoconfianza y una cultura creativa con foco en la innovación. No es inusual ver alianzas comerciales entre empresas del mismo rubro, las que muchas veces, si no se aliaran, no podrían enfrentar los desafíos de proyectos de mayor envergadura, en donde muchas veces la especialización es parte fundamental del éxito.
A pesar de las grandes ventajas del coopetition, la mayoría de las empresas insisten en sólo competir, mirándose el ombligo, como si no existiese nada más allá afuera. Los motivos para mantenerse en un esquema obsoleto de gestión pueden ser variados, pero tiendo a pensar que aquellas empresas que han logrado sostenerse en el tiempo bajo el modelo de competencia tradicional más dura, han desarrollado una cultura que las condena y que las mantiene en su status quo, ya que siempre será más difícil construir y mantener relaciones colaborativas que mantenerse aislado de este juego relacional. Aquellas empresas que han logrado dar el paso de pasar a relaciones colaborativas han demostrado que ganan más y son más rentables socialmente.
La evidencia nos ayuda a tomar algunas decisiones para avanzar más rápido en este camino ya que nos muestra que las mujeres, que cada vez están tomando roles y posiciones de mayor responsabilidad, podrían tener una ventaja en esta nueva cultura de coopetition, gracias a su experiencia en redes colaborativas. Aunque no es fácil hacerlo, al menos la tendencia paritaria respecto del género estaría conspirando a construir un mundo menos hostil.
A veces somos más tontos que la mayoría de los insectos y nos comportamos más salvajemente que el peor de los depredadores.
Y tu, ¿qué estás haciendo al respecto en tu empresa?