Hace un tiempo me topé con el último libro de un genio, Simon Sinek, quien ha inspirado a millones de personas y ejecutivos de empresas a repensar su estrategia, su propuesta de valor y la forma en la que la comunican internamente y a sus clientes.
La pregunta que se intenta resolver en el libro «The Infinite Game» es ¿cómo es posible ganar casi todas las batallas, pero finalmente perder la guerra? Lo ejemplifica el autor con lo que pasó en la guerra de Vietnam, donde Estados Unidos ganó prácticamente todas las batallas, pero finalmente fue el perdedor de la guerra en su conjunto. Entonces, ¿cuál es la definición precisa de «ganar»? La respuesta es que ganar es desarrollar una mentalidad infinita o, como el título del libro de Sinek lo indica, es jugar «El juego Infinito».
Los juegos infinitos se definen como un juego en el cual los jugadores son conocidos y desconocidos, las reglas modificables y cuyo objetivo no es ganar, sino que seguir jugando. A diferencia del juego finito, que tiene un inicio y un fin, reglas fijas y un objetivo claro, ganarlo, el objetivo del juego infinito es perpetuar el juego.
Cuando los jugadores enfrentados a un juego son del mismo tipo, es decir, ambos finitos o ambos infinitos, el sistema es estable, lo que no genera problemas a nivel estratégico. Ambos jugadores estarán por el mismo objetivo. Por el contrario, cuando se enfrentan jugadores con estrategias distintas, uno finito versus uno infinito, se presenta un problema. Mientras el primero jugará para ganar, el segundo lo hará para seguir jugando, lo que traerá problemas para el primero, quien siempre se encontrará en aprietos al competir con quien está jugando un juego de largo plazo, utilizando todos sus recursos para permanecer y no para ganar.
«En el mundo del management, los ejecutivos se obsesionan por el juego corto, el de ganar, pero en el preciso momento en que estos se obsesionan por este tipo de juego, lo pierden», dice Sinek.
Para lograr tener una mentalidad infinita, lo primero es tener una buena causa, justa, por la cual luchar. Esa causa permitirá que sacrifiques tu interés inmediato por ella. La confianza en los equipos, y al interior de ellos, es fundamental para lograrlo, evitando caer en relaciones transaccionales basadas en objetivos individuales y de corto plazo.
Pero mirar el largo plazo exige un liderazgo y flexibilidad particulares, que permitan la aceptación de los errores cometidos y la realización de cambios de rumbo estratégicos radicales cuando sean necesarios, sin miedo al reproche. Esto exige un coraje enorme de parte del líder, quien puede tener que pagar altos costos personales por querer jugar un juego infinito que otros pueden no comprender. Lo interesante es que ambos esquemas de juego no son antagónicos ya que el juego infinito es un contexto dentro del cual existen muchos juegos finitos. El juego finito es sólo una milla dentro de una maratón.
Simon Sinek lo explica de esta manera : «si queremos que nuestra gente sólo tenga un fin finito, entonces nuestros empleados de primera línea harán cumplir las reglas sin escrúpulos porque eso es lo que protege el resultado final. Pero queremos que se preocupen un poco más por el juego largo, por lo que les pedimos que ofrezcan un buen juicio y un buen servicio al cliente y, a veces, que hagan algo que pueda costarle a la empresa un poco de dinero extra, para proteger la relación con los clientes».
Una empresa construida para el juego infinito no piensa exclusivamente en ella misma, sino que considera también el impacto de sus decisiones sobre sus empleados, su comunidad, la sociedad y el mundo en su conjunto. En otras palabras, considera tomar decisiones basadas en valores antes que en intereses individuales o mezquinos.
Las empresas que están en un juego infinito saben que deben adoptar modelos de innovación y aprendizaje continuos para no desaparecer por lo que no suelen emitir declaraciones del tipo «vamos a derrotar a la competencia» o «somos los primeros». El contexto y el marco de tiempo en que se dicen estas cosas definen en qué tipo de juegos estás, por lo que la próxima vez que las escuches analiza y pregúntate ¿ está mi empresa jugando un juego finito o infinito?