Seguro que si has viajado en avión te has preguntado ¿qué hacen los pilotos durante el vuelo, si la mayor parte del tiempo el avión va recto y nivelado?. Por más de 16 años volé planeadores y aviones monomotor. Fue un desafío y afición del cual aprendí muchísimo, que me generaba placer y adrenalina a la vez, y, por momentos, grados importantes de tensión. En esos aparatos que volaba no existe el piloto automático, que sí se utiliza en los aviones comerciales o más grandes. Ese computador de vuelo me podría haber hecho las cosas más fáciles, pero sin duda con un aprendizaje menor a la hora de sortear dificultades y las vicisitudes de un clima turbulento.
Muchos de nosotros actuamos en nuestras vidas en modo piloto automático, pero ciertos eventos pueden forzarnos a cambiar. Ocurre normalmente cuando nos damos cuenta de que nuestras convicciones y decisiones no fueron el resultado de nuestra elección consciente, sino que fueron instaladas por defecto, como resultado de nuestra historia. Muchas veces no actuamos en busca de lo que realmente queremos, sino que lo hacemos porque es lo aceptado y establecido por la sociedad.
El espacio cultural y social en el que vivimos nos condiciona a vivir de una determinada forma, la que nos proporciona reglas que nos dicen cómo existir, cómo planificar nuestra vida, cómo definir el éxito y la felicidad, para ayudarnos a llevar una vida corriente y segura. Pero la “seguridad” tarde o temprano genera aburrimiento y termina en estancamiento.
Cuando decidimos explorar caminos menos transitados, innovando y arriesgando, nos damos cuenta de que podemos elegir nuestra propia versión del mundo que queremos vivir, eliminando modelos y reglas obsoletas que nos determinan en el actuar. Las malas creencias generan malos hábitos y adolecen de una práctica consciente. Cuando decimos «es que somos así», estamos negando la posibilidad de cambio.
Las mentes extraordinarias crean una visión para su futuro que es propia y que existe al margen de las expectativas del espacio sociocultural en el cual se desenvuelven y se centran en las metas que los conectan con lo que los hace felices. No es necesario tener una mente privilegiada para generar el cambio. De hecho, la mayoría de esas mentes ni siquiera tienen estudios profesionales. Lo que tienen es una vocación y la fortaleza para creer en sí mismos y gestionar sus propios pensamientos, que determinan sus acciones y su futuro.
Pero el cambio para tomar el control de tu futuro no es gratis. Para eso debes ser fuerte, obviar las críticas y el miedo a las pérdidas que tendrás en el camino. Cuando sientas que eso ya no te perturba o dejó de afectarte, estarás avanzando en el camino de tu elección, ya sin piloto automático.