¿Cuántas veces te has hecho la promesa de que vas a comenzar una dieta, empezar un nuevo curso o, simplemente, ir al gimnasio? ¿Has oido hablar de la procastinación?
Si no lo has escuchado, es una de las enfermedades que padece más del 90% de las personas en el mundo, la pereza del siglo XXI, como algunos ya la han definido. Se trata de postergar actividades más importantes, difíciles o no tan entretenidas, por otras más simples, fáciles y divertidas.
Todos tenemos momentos en los que nos sentimos más energéticos y productivos. Hay algunos que probablemente no saben de qué les estoy hablando, porque nunca se han sentido así. En cambio, se sienten con flojera y ganas de «no hacer nada», lo que los lleva a postergar sus tareas. A veces es inevitable, por la alta carga que puedas tener por períodos o por una incorrecta organización.
Viendo una charla TED de Tim Urban, tuve la oportunidad de comenzar a entender lo que sucede en la mente de un procastinador. ¿Qué hay dentro de ellos? Seguramete muchas ganas de ver series de Netflix, buscar algo en el refrigerador, un poco de chat con amigos y… ooppsss! … el tiempo se acabó, ya no alcancé a hacer lo que tenía que hacer. En resumen, a un procastinador el gusta hacer cosas fáciles y divertidas.
Según la visión de Urban, esta situación se podría ilustrar de manera figurativa con un simio sin adiestrar dentro de nuestro cerebro, como si cuando queremos tomar el control de nuestras acciones, es el simio, completamente alocado, quien nos presiona, hasta que él mismo toma el timón de nuestras acciones y nos hace creer que ya tendremos tiempo para lo otro más tarde.
Para nuestro motor de decisiones racionales, en los no procastinadores, no hacer cosas productivas la mayoría del tiempo puede resultar una mala idea, mientras que para los procastinadores, es el paraíso. Sin embargo, existe un área de intersección entre ambos mundos. Esos son los momentos en donde sí hace sentido hacer cosas fáciles y divertidas, como cuando hay que dormir o comer. A todos nos gusta tener momentos despreocupados en donde el tiempo simplemente…pasa.
Hay dos tipos de procastinación. Las que tienen plazos perentorios son más fáciles de controlar, por el miedo de no hacer el trabajo, lo que termina movilizándote. Pero cuando no hay plazos, no aparece el miedo y las cosas por hacer, simplemente se postergan indefinidamente. Es la dilación de largo plazo la que normalmente es la fuente de los problemas y todas nuestras frustraciones. Es la que impide dar ese primer paso para comenzar a perseguir tus sueños.
Antes de finalizar, te dejo un mensaje. Consigue un «accountability buddy». ¿No sabes qué es? Es un concepto que define a una persona con quien compartes objetivos y te ayuda a lograr tu meta. Es como un compañero de rendir cuentas. Elige quién puede ser esta persona: un amigo, tu pareja, tu coach o incluso un compañero de trabajo.
Ese puede ser el amigo que te acompaña al gimnasio, con el que comienzas un nuevo proyecto para promocionar, por ejemplo, tu marca en las redes sociales, o simplemente, quien te motive a estudiar para un examen en la universidad. La idea es que encuentres ese complemento que te falta y puedan revisar los avances y los compromisos cumplidos al menos una vez a la semana. Y si no tienes fechas límite para esas tareas – recuerda que los deadlines son importantes para dejar de procastinar – establece una lista de chequeos de avance intermedios y ponles fechas límite.
Quizás ahora mismo, mientras lees o escuchas este post, quizás tengas la sensación de no estar haciendo lo que deberías. No te preocupes demasiado si es así, ya que seguramente algún mensaje de valor quedará en ti de este post, para que en el futuro dejes de procastinar, al menos un poco.
Y tú, piénsalo por un momento … ¿también tienes el problema de la dilación en tu vida?