Si eres más hard que soft, preocúpate!

Justo un año antes de la explosión de la burbuja punto com, en el año 1999, la exigencia de las llamadas habilidades blandas (soft skills), era algo casi desconocido entre los requisitos para contratar talento empresarial. En esa época, había menos cambios y menor diversidad, en todo sentido. El trabajo más anhelado era aquel considerado estable y formal, donde uno pudiera desarrollar una larga y lucrativa carrera.

El boom de internet no sólo vino a cambiar las reglas del juego para la mayoría de las empresas, entre las cuales hubo muchas que desaparecieron, sino que también generó un cambio radical en el mercado del trabajo. El modelo jerárquico de las organizaciones pasó a convertirse en uno basado en redes, con células de trabajo ágiles e independientes, de tal forma de acelerar la toma de decisiones y el desarrollo del negocio, empoderando a los propios empleados y colaboradores. Internet trajo consigo también la flexibilidad de horario y, con ello, un aumento en la oferta de trabajo, mucho de ello remoto, ahora posible para una infinidad de perfiles. La crisis sanitaria del COVID-19 sólo vino a acelerar el proceso que ya venía desarrollándose.

Este nuevo mundo del trabajo, que se ha reconfigurado en todo aspecto, hoy pone énfasis en nuevas habilidades, tales como diversidad, informalidad, flexibilidad y adaptabilidad, entre otras. Todo esto es parte de un proceso de cambio de mentalidad para poder «surfear» la incertidumbre y las transformaciomes de manera adecuada. Si antes se buscaba el desarrollo de las llamadas hard skills, hoy son las soft skills en las que se pone el énfasis, tales como la adaptabilidad, con un propósito y legado que las sustente. Es decir, hoy se busca profesionales dispuestos a contribuir en su entorno y a la sociedad en su conjunto y ya no es aceptable solo buscar el beneficio individual trabajando la jornada de 8 horas diarias.

Las hard skills son competencias concretas y cuantificables, en general dadas por el aprendizaje técnico, como para un ingenierio es saber programar o para un dentista saber tapar caries, mientras que las soft skills son competencias relacionadas a los aprendizajes subjetivos, por lo tanto más difíciles de analizar, asociadas a temas de relacionamiento, comunicación efectiva, toma de decisiones o pensamiento crítico, entre muchas otras. Estas habilidades, a medida que más avanzamos en automatización de actividades laborales, se vuelven más y más importantes porque es mucho más complejo replicarlas por máquinas. Según Deloitte, para el 2030, las ocupaciones intensivas en estas habilidades representarán dos tercios de todos los puestos de trabajo.

Si tomamos el caso del dentista, ¿a cuál acudirías? ¿Al que es agradable, te quita el temor de sus máquinas y procedimientos y se toma el tiempo para responder tus preguntas, o al que te trata como un número en una larga fila de bocas numeradas?

El autoconocimiento resulta crítico para desarrollar estas habilidades blandas, hoy incluso más valiosas que las otras, que son más fáciles de adquirir y medir. Nuestras emociones, límites y valores deben jugar un rol en nuestra conducta, por lo que la inteligencia emocional que tengamos será la que nos marcará el éxito en su aplicación. Es más, estas son las habilidades del liderazgo.

Según la consultora Manpower group, las habilidades blandas más escasas de encontrar tienen relación con el compromiso, la flexibilidad y capacidad de adaptación al cambio, la visión estratégica y la empatía. No obstante, el potencial creativo es una de las más valoradas de manera transversal, ya que es la que permite generar soluciones en los ambientes y situaciones más cambiantes e inesperadas. Existe un sinnúmero de habilidades blandas, que sería muy largo de listar aquí, pero que hoy se han convertido en factores de éxito cruciales.

El problema con el que nos encontramos es es que, muchas veces, se subvalora la importancia de estas habilidades y se imparte mucha menos formación sobre ellas que sobre las habilidades duras. Por alguna razón, las organizaciones parecen esperar que la gente sepa cómo comportarse en el trabajo. Tienden a asumir que todo el mundo conoce y entiende la importancia de ser puntual, tomar la iniciativa, ser amable y producir un trabajo de alta calidad.

Es importante entender que el desarrollo de estas habilidades exige un gran nivel de autoconocimiento y autocrítica. Es como hacerse un análisis FODA (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas) a uno mismo. Para ello, pregúntate cuales son tus habilidades y fortalezas únicas, por las cuales te elogian o en las que te sientes seguro. Por el contrario, conocer cuáles son tus puntos débiles en donde te sientes en desventaja o más exigido te ayudará a entender cuáles son tus puntos de mejora. Yo mismo he sido víctima de las consecuencias de ser más hard que soft, y créeme que, aunque las vengo trabajando hace mucho, han sido mucho más difíciles de adquirir ya que requieren, además de ser consciente de lo que necesitas mejorar, generar conductas repetitivas para lograrlo.

El cambio acelerado al que nos enfrentamos no sólo exigirá más habilidades blandas. También exigirá un reseteo por parte de una gran masa de la fuerza laboral actual para adaptarse, lo que incluirá un importante proceso de reorientación del aprendizaje y de todo tipo de habilidades para estos trabajadores. La resiliencia, una de estas habilidades blandas clave, será vital para que no te rindas en el intento.