Mucho se ha hablado en las últimas semanas sobre el crecimiento exponencial. Si analizamos su significado en el mundo de los negocios, podemos entenderlo al darnos cuenta que llegamos a un momento en el cual el pasado ya no nos permite proyectar el futuro. Al menos para mí es imposible predecir qué va a pasar con los modelos de negocios, con los productos y servicios o con los consumidores en los próximos años. Lo que sí sé muy bien es lo que no va a pasar: cambios secuenciales.
Los cambios secuenciales, por los cuales alguien comenzaba un negocio con un punto de venta, luego dos, luego tres y, al cabo de 10 años contaba con una pequeña cadena de locales, ya no los veremos más. Ahora vivimos cambios exponenciales: un emprendedor comienza un negocio con una idea y la tecnología se encarga de disminuir la relevancia de los puntos de venta presenciales, llevando la oferta a mil millones de usuarios en 24 horas, a un costo muy bajo.
La realidad es exponencial, no secuencial. Sin embargo, nuestra visión y nuestra manera de pensar, por la formación que recibimos y nuestra historia, no consigue ver con claridad los procesos exponenciales; sólo ve y entiende los cambios secuenciales. Es decir, tengo A, obtengo A+1, luego A+2, A+3, etc. Para entenderlo de mejor forma, imagina que caminamos 30 pasos. Al cabo de ello habremos avanzado unos 30 metros. Si pudiéramos caminar de manera exponencial, de tal forma que cada nuevo paso duplique en distancia al paso anterior (1, 2, 4, 8, 16, etc.), en 30 pasos exponenciales habremos recorrido nada menos que la distancia equivalente a 26 vueltas a la tierra!.
La crisis sanitaria que vivimos hoy, cuya curva de contagio también es exponencial, nos demuestra la velocidad a la que se propaga el virus, para muchos difícil de entender y, por ende, tampoco le dan la seriedad que merece el tema. La siguiente figura es una representación del crecimiento exponencial, que podría ser aplicable al Covid-19.
Este crecimiento exponencial es el que nos tiene hoy confinados en nuestras casas y ha hecho que nuestro comportamiento y escala de prioridades cambien tan dramáticamente. Nos hemos dado cuenta de lo realmente importante y nos hemos acostumbrado a vivir de una manera distinta, con menos, mucho menos. Valoramos lo que antes era invisible, como lo es el saludo cercano, el abrazo o el paseo en bicicleta un domingo por la mañana. Somos personas distintas, que duda cabe.
Si antes de la crisis no podíamos predecir el futuro, con ella será aún más difícil hacerlo. Y todo por culpa del crecimiento exponencial.
Estimado Roberto, me quiero detener en tu comentario «Al menos para mí es imposible predecir qué va a pasar con los modelos de negocios, con los productos y servicios o con los consumidores en los próximos años. Lo que sí sé muy bien es lo que no va a pasar: cambios secuenciales.» ¿Como desde la vereda comercial entonces «aprendemos» a «predecir» los consumos para un determinado producto sin caer en la «trampa» secuencial que estábamos acostumbrados a mirar?
Lo que trato de hacer es desafiar al lector a hacerlo. Por supuesto que es difícil, pero existen tendencias que se pueden analizar. Mirar aquello y entender cómo los cambios tecnológicos (y de los otros, como la sostenibilidad) están impactando nuestra forma de pensar y actuar, es una buena forma de aproximarse. ,
Roberto, interesante articulo. Nos cuesta entender lo que vivimos hoy, si antes creer que podíamos minimizar los riesgos previniendo con información e innovación, hoy tenemos una data muy corta del COVID-19 que nos limita en lo primero y nos obliga en el segundo. Ahora bien, ¿este es el escenario cambiante que esperábamos? Creo que NO. Una pandemia no está en los libros de administración ni en los modelos de negocios, comparto y celebro la relación que haces entre un cuadro exponencial de la pandemia con uno de los negocios. De todas formas vuelvo a preguntarme si lo vivido calara lo suficiente en la humanidad para modificar las conductas.
Saludos.
Nicolás Fontaine
Intento convencerme de que debe calar fuerte en nosotros y modificar conductas. Si no, no habrá valido la pena. Lo doy por hecho porque es la forma de imprimir optimismo a los lectores.
Muchas gracias por comentar.
Muy interesante tu tésis, Roberto. Y de inmediato me he puesto a pensar en cómo la prueba de tu análisis la podemos ver en la experiencia laboral. Una de las ventajas que tenemos los que ya tenemos cierto kilometraje, es que frente a situaciones difíciles de analizar -porque justamente se salen de una linealidad secuencial- la experiencia nos permite un «salto cuántico» que nos posibilita intuir realidades más por «comprensión que por extensión». Es una trampa al tiempo porque no obstante el ascenso de la curva exponencial invisibiliza el futuro posible, la experiencia abre una ventana de lo probable con la energía necesaria como para bajar la incertidumbre y tomar una posición de riesgo acotado frente a lo que eventualmente puede venir.