Hay muchas frases célebres que solemos escuchar en charlas y que recurrentemente nos invitan a pensar y reflexionar sobre nuestras vidas, valores y propósitos. Creo que ninguna de ellas puede calzar mejor con el momento que estamos viviendo, atribuida a Charles Darwin, que nos dice que «no son las especies más fuertes ni las más inteligentes las que sobreviven, sino que aquellas que mejor se adaptan al cambio».
Recientemente recibí una invitación a pensar (si, una invitación a pensar), de parte de la consultora Roadmap*, la que me motivó a escribir este artículo. Espero que los lectores también puedan reflexionar, a través de estas ideas, cómo deberíamos repensar el mundo post-pandemia.
Nuestra actitud respecto de la pandemia ha pasado de una que esperaba que esto pasara rápido, a otra que nos asegura que esto no pasará, no del todo al menos, y que deberemos necesariamente adaptarnos a una nueva forma de vivir y trabajar. Aún no sabemos cómo será realmente, pero sí podemos estar seguros que nos obligará a cambiar. Lo interesante es que algunos, los más optimistas a lo mejor, ya comenzamos a ver «el vaso medio lleno» de esta situación y cambio. No todo se ve tan negro al parecer.
Nos pudimos dar cuenta que podemos, por ejemplo, vivir con menos cosas materiales. Las nuevas conductas de consumo así lo demuestran, ya que hemos podido sobrevivir comprando lo justo y necesario, lo básico. ¿Nos llevará este cambio a disminuir nuestro consumo de artículos suntuarios y lujo por ejemplo? Hemos visto el valor de los espacios de concentración y trabajo en los hogares, lo que unido a la menor movilidad, podría llevarnos a una nueva definición de ciudad, diseño de oficinas, de estilo de vida y rediseño funcional de nuestros hogares. ¿Estaremos en el futuro más dispuestos a vivir más lejos de todo, pero en casas más grandes?
En el ámbito empresarial, deberemos aprender a trabajar de manera virtual, pero con toque humano, aprendiendo a separar nuestro tiempo de trabajo de nuestro tiempo de familia y recreación, cuando los límites entre ambos ya comienzan a desaparecer. En el ámbito educativo, la educación a distancia, que no era suficientemente valorada por todos, ya es una realidad y toma cada día más fuerza, validando su potencial. Y suma y sigue.
Me pregunto si esta pandemia está actuando como un mero acelerador de una reconfiguración total del orden social mundial, que iba a suceder tarde o temprano, o hay aspectos de cambio que no iban a ocurrir tan fácilmente por la simple convicción y acción humana. Por lo tanto, de ser esto último, ¿podría concluir que era un mal necesario?
En nuestras relaciones personales, ya hay indicios de que cambiamos. En una encuesta reciente en Estados Unidos, el 43% manifestó que espera en el mediano plazo no volver más a dar la mano y el 41% dijo que espera no tener que volver a besar en la mejilla a modo de saludo. ¿ Vendrá entonces también un rediseño de nuestras relaciones sociales ?
Al nivel de nuestra escala de valores, pareciera que también somos, al menos por ahora, mejores personas. Según un reciente estudio, el sentido de responsabilidad subió un 62%, la solidaridad un 51% y así con otros valores, sumando la resiliencia, la colaboración y la empatía. ¿Podremos sostener en el tiempo esta supuesta mejora, al menos temporalmente, de la humanidad?
En el mundo laboral, la necesidad de subsistencia está generando el nacimiento de nuevos emprendimientos y empresas. Nunca en la historia se habían registrado tantos dominios «.cl» como en el mes de mayo recién pasado, con un 60% más que un mes normal promedio. Vemos que hay una creciente actividad en el mundo digital y deseos de emprender, por necesidad o voluntad, por lo que me atrevo a volver a hacer las preguntas que plantee en mi libro «Piensa al Revés», lanzado hace justo un año, las que no solo siguen estando vigentes, sino que considero son absolutamente necesarias para enfrentar los desafíos inciertos que viviremos como sociedad y como personas.
Dada esta nueva realidad adaptativa, les expongo estas cinco preguntas que creo hoy cualquier emprendedor o líder debería saber responder respecto de su proyecto o idea. No recuerdo bien ahora el origen de la compilación de estas preguntas, pero son las que hoy me hace sentido cuestionarme cada vez que me enfrento a una nueva iniciativa que creo podría cambiar el “tablero de juego”. La primera es obvia, pero las siguientes no lo son tanto. Si no tienes respuesta ahora para todas, no importa, puedes avanzar en tu idea, no hay problema. Al menos, eso sí, piensa en ellas.
-¿Cuál es el problema que estás tratando de resolver?
-¿Por qué y cómo surgió el problema?
-¿Si tienes éxito en resolverlo, qué cambios experimentará el mercado?
-¿Cómo será el mundo diferente si tu idea resuelve el problema?
-¿Quién desaparecerá o verá disminuir su participación de mercado si tu idea prospera?
La última de las preguntas es una de las más interesantes desde mi perspectiva. Cada nueva idea y oportunidad en el mercado hace que otro tenga que sufrir o adaptarse si no quiere morir. Y ese “otro” puede ser alguien que ni siquiera tienes ahora en tu mente ni lo visualizas como competidor. De hecho, no es necesario que lo sea; puede ser cualquiera. Por lo tanto, si tu idea impacta a algún jugador actual, ya está bien encaminada.
Ya sea en tu ámbito personal, familiar, profesional o empresarial, no pierdas la oportunidad de reflexionar y aprender. De cada uno de nosotros dependerá cómo navegaremos el futuro, el que sin duda vendrá lleno de cambios y oportunidades en todos los campos imaginables.
Hoy no podemos asegurar ni definir ese futuro, pero sí podemos plantear escenarios posibles, para adelantarnos a ellos y buscar los mejores caminos que nos permitan lograr navegar en el nuevo modelo de sociedad que tendremos, una vez que todo esto pase. Como dijo Yuval Noah Harari : «las decisiones de hoy serán cruciales para definir nuestro futuro».
*Este artículo nace de una «invitación a pensar», https://www.findtheroadmap.com/.