Los buenos managers roban y no trabajan

La gente que me conoce sabe que siempre intento dar una mirada distinta a los paradigmas de negocios tradicionalmente aceptados, tratando de darles una «vuelta de tuerca», como podríamos decir en jerga más común. Me gusta referirme a esa lógica como «pensar al revés», aunque muchas veces es más sencillo que eso y basta pensar más simple. Soy un convencido de que la mayoría de los problemas que enfrentamos en la vida tienen una solución más simple de lo que creemos. Es por esa misma simplicidad que nuestra mente las descarta, acostumbrada a creer que los problemas complejos deben estar asociados a soluciones también complejas.

Pero si miramos el mundo de las startups, podremos ver que las empresas más exitosas y cuya adopción ha sido más rápida por parte de los clientes y usuarios, han basado su éxito en dos premisas. Un problema real a la vista y una forma simple de resolverlo. Me gusta siempre ejemplificar esto con la adquisición de Instagram por parte de Facebook, en Abril del año 2012 por mil millones de dólares. Instagram era una aplicación de fotografía, que, con un sólo click, permitía mejorar la calidad de las imágenes que millones de jóvenes capturaban con sus celulares, transformándolas en fotografías que parecían profesionales. Tomó tal popularidad, que superó a las cientos de aplicaciones que existían, muchas de ellas más poderosas y sofisticadas. Estoy convencido que lo que ganó fue la simplicidad. Menos es más.

En el mundo del management está lleno de literatura que nos enseña cómo liderar y administrar empresas, con consejos a veces difíciles de digerir o en un lenguaje para expertos. Se echan de menos las lecciones simples, a veces contraintuitivas, que nos permitan acercarnos al mismo objetivo de ser buenos gerentes. Me tocó hace poco tiempo encontrarme con un artículo de la revista Forbes que resumía, en fácil, algunas de estas habilidades principales.

Independientemente de si eres jefe, si debes reportarle a uno o ejerces ambos roles, existen ciertas habilidades básicas que deberías mirar y trabajar para ser un gran gerente. Aquí seleccioné tres, que me parecen de las más importantes.

La primera habilidad es aprender a robar. Sí, leíste bien. Los buenos managers son expertos robando ideas. No se trata de copiar burdamente, sino que de reinventar y adaptar, combinando ideas que ya existen y transformándolas en algo “nuevo”. A partir de ese proceso, la imaginación y creatividad propia nos llevará a través de un camino único que nos permitirá diferenciarnos del producto o servicio original y desarrollar nuestra propia identidad. No parece tan malo que robemos ideas. Le hace bien a la sociedad. Las ideas debieran compartirse siempre, ya que el verdadero valor está en la ejecución. Al compartirlas, se genera valor en el mercado y una sana competencia que permite que los productos evolucionen, filtrando las buenas ideas de las malas, emulando a quienes ya han recorrido el camino. Te invito a leer este post que escribí hace un tiempo sobre este tema.

Pero como las ideas por sí solas no valen nada y el valor está en su correcta ejecución, revisemos la segunda habilidad esencial.

Los buenos managers no deben sabérselas ni hacerlas todas. Reconocer que uno no sabe es parte de la receta del éxito. Aunque parezca extraño, reconocer que no sabemos y atrevernos a pedir ayuda cuando sentimos que la necesitamos es una habilidad. Sí, es una habilidad. El peor error que puede cometer un profesional es intentar hacer lo que no sabe hacer, si tiene la posibilidad de ayudarse de otros. Pide ayuda cada vez que lo necesites. A veces puede ser un simple consejo, por lo que si tienes un mentor, apóyate en él.

La tercera y última habilidad de la que te hablaré aquí es la más contraintuitiva. Bill Gates alguna vez escribió que uno de sus grandes aprendizajes de liderazgo lo obtuvo de Warren Buffett.  Él vio cómo Buffett usaba una pequeña agenda para todas sus reuniones. Al mirarla mientras anotaba en ella, vio que en vez de estar a tope, tenia días enteros sin una sola reunión en la agenda. Para Gates, a quien en todo momento demandaban su tiempo, esto era inimaginable. Buffet debía tener una agenda tan llena como la de él, por lo que algo no cuadraba.

La lección de esto es que un buen manager debe lograr que su empresa funcione aún sin él. El éxito sucede a partir de su equipo, organizado y comprometido de manera eficiente para hacer que las cosas pasen. La mente del manager, como la de un buen visionario, debe estar disponible para diseñar la estrategia y ayudar a que se tomen las mejores decisiones en pos de esa visión. Hay un libro lanzado recientemente, escrito por mi hermano Alexis, que ayuda a entender de manera muy clara y didáctica lo que le pasa al visionario cuando la empresa comienza a crecer y a depender de él cada vez más, lo que lo lleva irremediablemente a encerrarse en su propia Jaula de Oro. Ver https://apanio.com/tvp-jauladeoro/producto/13766/la-jaula-de-oro

Como puedes ver, las lecciones más importantes para ser un buen manager muchas veces son más simples de lo que creemos y no siempre están en los grandes libros de administración. Consejos simples que, si los internalizas, pueden ayudarte a acortar los procesos de aprendizaje necesarios. Aprende a robar y a delegar, dos grandes secretos que seguramente nadie te contó en la universidad.

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Todos seremos dueños

¿Qué es eso de que gracias a una nueva tecnología aplicada a la web, los usuarios de internet nos convertiremos en propietarios? ¿Propietarios de qué?

Todo el mundo, en particular las personas involucradas en los temas cripto, llevan un tiempo largo hablando de la Web 3.0, la evolución de internet que conocemos y que ahora, según dicen, nos abrirá un nuevo escenario para la colaboración, en donde los que generamos contenido podremos ser parte del negocio y nos convertiremos en propietarios de nuestros aportes y de nuestra identidad.

La clave de todo es la descentralización. Cada vez que se ha requerido colaborar, ha existido un ente central que coordina el propósito y gestiona los poderes. Ha ocurrido desde siempre, con las tribus, los países o la misma Unión Europea. Pero el caso de la web 3.0, habilitada por el blockchain, es justamente lo contrario, ya que se trata de un mecanismo que permite establecer las confianzas necesarias entre personas que no se conocen para colaborar entre si, sin la necesidad de un servidor o ente central que administre y controle lo que ocurre en la comunidad.

La Web 1.0 ya era una web descentralizada, pero unidireccional, en donde existían usuarios y proveedores. Básicamente encontrábamos ahí sólo texto y enlaces que nos llevaban a otras páginas. La mayor parte del valor estaba dado por el contenido, que unos pocos escribían y muchos leíamos. En la Web 2.0, la mayor parte del valor era proporcionado por algunas empresas que comenzaron a generar contenido enriquecido y servicios, ya no sólo contenido escrito, sino que también acceso a transacciones, como pagos y suscripciones, entre otras.

En la nueva internet basada en cadenas de bloques que se nos presenta, la gracia es que la descentralización basada en tokens permitirá generar un sin fin de activos digitales nuevos, como ya lo estamos viendo con los NFT’s. Pero los nuevos proyectos creativos no terminarán allí. Las criptomonedas serán las habilitadoras de todo, permitiendo gestionar todos los activos y serán utilizados para controlar cualquier tipo de aplicación, como la firma de contratos o la venta de arte digital.

Aunque no está claro si esto será la revolución de la que todos hablan o es simplemente una forma de dotar de mayor valor o un nuevo nombre a la tecnología de blockchain y al mundo de las cripto, la realidad es que estamos frente a una potencial revolución que permitirá acceder a un mundo digital más seguro, transparente, democrático, menos vulnerable y más abierto. Todos los que estamos en tecnología deberíamos al menos conocer algo de este tema y comenzar a indagar sobre el poder de las aplicaciones descentralizadas, aunque algunos puedan pensar que no se trata más que de una buena estrategia de marketing, como lo sugirió Elon Musk en una reciente entrevista: “No estoy sugiriendo que sea real, pero parece más marketing que una realidad ahora mismo. Solo me pregunto cómo será el futuro dentro de 10, 20 o 30 años: el 2051 suena muy futurista”, dijo.

Para los más escépticos, más allá de las discusiones y aprensiones que surgen en las redes sobre este caso, el creciente negocio de los NFT, las criptomonedas y el éxito que están teniendo las redes blockchain Ethereum están siendo evidencias importantes del crecimiento exponencial del nicho de mercado al que pertenecen.

Sin embargo, existe un intenso debate y se ha generado desconfianza en entregar el poder de internet a los cibernautas y no en el puñado de empresas que invierten y arriesgan en ella, pero parece razonable que nos preocupemos de cuidar que no exista ninguna compañía que pueda apropiarse de los nuevos espacios descentralizados que se creen. Así, por ejemplo, los Metaversos, aplicaciones de mundos paralelos que residen en esta red, no serían exclusivos de nadie y podrían combinarse para que todos puedan participar.

Pero no nos entusiasmemos demasiado. Según los expertos, estamos aún en pañales, o sea, al principio del principio del principio. Los avances exponenciales en temas tecnológicos nos dan, eso si, una cuota de optimismo sobre lo que podría suceder en algunos años más, probablemente más de los que imaginamos.

La competencia pasó de moda

Hay un término al que me gusta mucho referirme, por lo que lo he usado reiteradamente en mis charlas. También le he sacado el jugo en mis posts y en mi libro «Piensa al Revés», ya que, en mi opinión, no considerarlo es uno de los pecados capitales en el mundo empresarial actual. Te hablo de Coopetition, competir y colaborar a la vez.

Digo mundo empresarial, aunque son las startups las que en mayor medida entienden y practican la colaboración. Son ellas las que están desencadenando la revolución más importante que hemos visto desde la revolución industrial, cuyas empresas de rápido crecimiento y que gracias a la tecnología y la innovación en sus modelos de negocio están cambiando el mapa de poder de las empresas más grandes e influyentes del mundo. No se trata de una moda, sino que de los nuevos valores y estilos de liderazgo que han llegado de la mano de las nuevas generaciones de empresarios y emprendedores, que entienden que la colaboración y la preocupación por el otro y el medio ambiente son la forma moderna de hacer empresa.

La colaboración, al igual que la economía colaborativa, en la que llevamos ya varios años inmersos, está demostrando ser un arma eficaz para generar ventajas competitivas, incorporando el prefijo «co» al tradicional marco de competencia empresarial que ha existido siempre, desde que el mercado es mercado. En la economía tradicional las empresas han intentado controlar y maximizar el poder de toda la cadena productiva, lo que no solo es ineficiente sino que además genera problemas de mercado por concentración e integración. Por otro lado, si entendemos que no podemos ser los mejores en todo y pensamos como estrategia tener relaciones colaborativas y alianzas estrechas para generar valor, estaremos generando posiciones de mercado muy sólidas y difíciles de destruir. Aquí el viejo refrán «pastelero a tus pasteles» queda muy bien.

Sin embargo, a veces, simplemente no es posible colaborar. Existen escenarios de suma cero, en donde lo que uno gana, lo pierde el otro. La idea de colaborar es la creación de valor adicional conjunta, lo que no siempre es posible. Pero si decides al menos intentar hacerlo por filosofía, lo primero debe ser definir claramente los objetivos e intereses de las partes, asegurando avanzar hacia un modelo win-win, única forma de lograr alineamiento estratégico coherente y ausente de desconfianzas. El ahorro de costos, mejoras en el time-to-market, sinergias y ahorro de ineficiencias es indiscutible. Muchos nuevos líderes están experimentando tímidamente sobre esta nueva forma de competir y han puesto en marcha comportamientos mixtos de cooperación y competencia, basados en la filosofía básica de competir sin destruir.

Ejemplos de formas de coopetencia hay muchas. Podrías, por ejemplo, colaborar y establecer alianzas con empresas que te ayuden a expandir tu negocio mas allá de tus posibilidades geográficas, o bien, con otras que complementen tu oferta y mejoren tu propuesta de valor, incluso aunque algunos de sus productos pudiesen ser sustitutos de los tuyos.

Coopetir significa un sinfín de cosas. No es solo una simple declaración de intenciones. Significa estar abiertos a compartir información estratégica del negocio, a hablar de «nosotros» en vez de pensar solo en uno mismo, exige un estilo de liderazgo que promueva la autoconfianza y una cultura creativa con foco en la innovación. No es inusual ver alianzas comerciales entre empresas del mismo rubro, las que muchas veces, si no se aliaran, no podrían enfrentar los desafíos de proyectos de mayor envergadura, en donde muchas veces la especialización es parte fundamental del éxito.

A pesar de las grandes ventajas del coopetition, la mayoría de las empresas insisten en sólo competir, mirándose el ombligo, como si no existiese nada más allá afuera. Los motivos para mantenerse en un esquema obsoleto de gestión pueden ser variados, pero tiendo a pensar que aquellas empresas que han logrado sostenerse en el tiempo bajo el modelo de competencia tradicional más dura, han desarrollado una cultura que las condena y que las mantiene en su status quo, ya que siempre será más difícil construir y mantener relaciones colaborativas que mantenerse aislado de este juego relacional. Aquellas empresas que han logrado dar el paso de pasar a relaciones colaborativas han demostrado que ganan más y son más rentables socialmente.

La evidencia nos ayuda a tomar algunas decisiones para avanzar más rápido en este camino ya que nos muestra que las mujeres, que cada vez están tomando roles y posiciones de mayor responsabilidad, podrían tener una ventaja en esta nueva cultura de coopetition, gracias a su experiencia en redes colaborativas. Aunque no es fácil hacerlo, al menos la tendencia paritaria respecto del género estaría conspirando a construir un mundo menos hostil.

A veces somos más tontos que la mayoría de los insectos y nos comportamos más salvajemente que el peor de los depredadores.
Y tu, ¿qué estás haciendo al respecto en tu empresa?

Aprende a crear hábitos

Hace un tiempo comencé a escuchar en mi circulo cercano sobre un libro del que sólo había oído su nombre. Decidí adentrarme un poco más en su mensaje para entender qué había hecho que tantas personas hablaran de él en un corto período de tiempo. Te quiero contar, en resumen, qué es lo que encontré. Así, te ahorraré su lectura, si eres de los que prefieren capturar los highlights en los resúmenes, aunque nunca será lo mismo.

Al parecer, según lo que nos dice Robin Sharma, autor  y experto en liderazgo y desarrollo personal, las primeras horas del día son demasiado importantes para determinar el resultado de las actividades del resto del día. Él entrega en su libro “El club de las 5 de la mañana” una serie de recomendaciones para que, a partir de un método y sistema de vida, puedas generar un entorno de desarrollo personal exitoso, el que debe contemplar varias fases. El mantra debe ser “controla tus mañanas”. Y esto se logra creando hábitos.

No se debe confundir hábitos con motivación.  La motivación intrínseca es difícil de sostener si no se acompaña de hábitos. Los hábitos son como el camino, que se va recorriendo paso a paso y se deben desarrollar sin la ansiedad que produce el tener que llegar al destino. Siempre encontraremos caminos que recorrer para mejorar algún aspecto de nuestras vidas, lo importante es dar el primer paso. Romper esa inercia es lejos lo más importante y eso se logra construyendo small wins, esas pequeñas ganancias que nos permitan sentir que avanzamos.

Las pequeñas mejoras diarias conllevan resultados y para lograr conseguir el ciclo de los hábitos constantes, debe existir un detonante,  un ritual y una recompensa. Por ej, poner un despertador a las 5am es el detonante, levantarse rápido es el ritual y dormir una siesta en la tarde es la recompensa. Cada vez que decidas iniciar una mejora en tu rutina, identifica estos elementos para ponerlos en práctica.

Las fases que describe el autor en su libro son tres, que en tiempos de 20 minutos, deben realizarse entre las 5 y las 6 de la mañana.  

1.- Ejercítate: El ejercicio entrega un impulso de energía a tu cuerpo y lo prepara para la carga que le espera durante el día. La eliminación de cortisol con el entrenamiento libera el estrés y el miedo, además de elevar la concentración de dopamina y serotonina (neurotransmisores responsables de mejorar nuestro estado de ánimo) y nuestras ondas cerebrales cambian de lentas a rápidas (beta – alfa – theta) abriendo paso a nuestra genialidad y creatividad en un estado de fluidez total.

2.- Reflexiona: Esta fase tiene como objetivo regalarte tiempo para una conversación interior. Puedes utilizar un diario para escribir y recordar permanentemente tus objetivos y metas, o bien, puedes meditar y así mantener tu mente en un estado envolvente con tus pensamientos. Esto permite una mayor concentración y desarrollo de tu sabiduría y serenidad.

3.- Crece: Dedica unos minutos a estudiar y crecer siempre en el plano personal y profesional. Profundiza los conocimientos que deseas optimizar. Esta fase es fundamental para aumentar la autoconfianza, el crecimiento personal y el desarrollo de la agudeza mental. El cerebro puede aprender eternamente.

Una vez las fases estén realizadas, tu cuerpo y mente estarán en el equilibrio perfecto para comenzar un nuevo día. A los pocos días podrás notar una conexión contigo mismo(a) diferente a la habitual, con mayor ánimo, energía y concentración. Notarás que tu productividad aumenta y el cansancio cotidiano que te abordaba desaparecerá paulatinamente hasta quedar obsoleto. Asimismo, podrás apreciar los minutos de tranquilidad y serenidad que te entrega los momentos de silencio absoluto, pues mientras gran parte de las personas duermen, tú estarás concentrado(a) en tu integridad y desarrollo personal.

Debo ser honesto, como siempre lo he sido, y decir también que siempre me ha gustado levantarme temprano. No a las 5 de la mañana, pero temprano. El gimnasio a primera hora ha resultado ser una gran decisión. El tiempo que queda entre ese espacio de estímulo físico y la hora en que todos se ponen a trabajar permite dedicarlo a pensar y conversar con uno mismo, leer o aprender de otros.

Las mañanas son la clave para tomar el control de tus horarios y lograr una planificación más certera de cada jornada. Si las usas sabiamente, podrás construir hábitos que te permitirán llevar una vida más feliz y más productiva. Piensa que cada día es una vida en miniatura. Pero recuerda, “todo cambio es difícil al principio, desordenado a la mitad y preciso al final”.

Adiós a los viejos (líderes)

En el último tiempo el mundo ha alcanzado un sinnúmero de hitos nunca antes vistos en la historia, tanto en cantidad como en impacto, que han generado cambios radicales en la forma en la que las personas trabajan y viven. Desde el boom de las punto com, que me tocó vivir por cierto a finales de los años 9o, lo que hemos visto es cómo la tecnología nos ha cambiado la forma de relacionarnos, comunicarnos e informarnos. Nos ha cambiado la forma de vivir.

La llamada democratización de la información, junto a la explosión de la misma, en donde todos nos hemos transformado en generadores de contenido, ha sido particularmente importante en todo este proceso de cambio. Las tecnologías de la información han generado un fuerte impulso y aceleración a la globalización y a una economía que ya no conoce fronteras, más fluida y sin fisuras.

El impacto en las organizaciones y su funcionamiento también ha tenido cambios en la forma en la que realizan los negocios . Los líderes modernos tienen hoy la desafiante tarea de guiar a sus organizaciones a través de un panorama económico global más complejo y en cambio constante, donde las distintas fuerzas estratégicas están presentes a todo nivel y más allá de las propias fronteras de cada pais.

Esta época de cambios acelerados requiere que las empresas tomen consciencia de la necesidad de adaptarse para que estos puedan ser ejecutados de la manera correcta con un liderazgo eficaz, que exige un enfoque proactivo para gestionar el cambio y su impacto en el desarrollo y crecimiento organizacional a largo plazo.

Pero la administración del cambio no es lo mismo que administrar un proyecto, algo a lo que ya estamos muy habituados. La gestión del cambio, a diferencia de la gestión de un proyecto, se enfoca en ayudar a las personas impactadas por los cambios a adaptarse y ser exitosas en ámbitos tan variados como la estructura, roles, procesos y sistemas, entre otros.

Muchas empresas subestiman la importancia de gestionar el cambio de manera adecuada, lo que muchas veces lleva a que los líderes y gerentes no abracen ni adopten los nuevos cambios. Existen muchos ejemplos de empresas que no lograron gestionar eficazmente las interrupciones y el cambio, como lo fue Kodak, Pets.com, Blockbuster o la mismísima Nokia, otrora líderes en sus respectivas industrias.

Está claro que la forma tradicional en la que diseñamos y pensamos las empresas ya no sirve. Si hasta ahora los líderes estábamos formateados para maximizar valor para los accionistas, el nuevo rol de estos es deber estar focalizados en la co-creación de valor, con significado para todos los stakeholders, lo que incluye clientes, empleados, proveedores, socios estratégicos y la sociedad en su sentido más amplio. En este nuevo modelo, todos deben ganar.

El nuevo lider, a su vez, ya no basta con que gestione y administre correctamente la empresa. Ahora debe cumplir nuevos roles, tales como la de ser visionario, arquitecto, coach y de catalizador, todo a la vez.

Como visionario, la claridad, la visión y un propósito claro y convincente son muy necesarios. Como arquitectos, deben diseñar la organización como un sistema abierto y empoderado, que pueda planificar, ejecutar y ajustar el flujo de recursos en ciclos cada vez más cortos de trabajo. Como coach, en una organización cada vez más empoderada, el líder debe pensar de manera más estratégica y profundizar su capacidad para colaborar, de tal forma de apoyar el desarrollo de capacidades, de mentalidades, de conocimientos y habilidades. Como catalizadores los líderes impregnan energía en todo el sistema, eliminando los obstáculos y fomentando las conexiones en la organización. Este rol hace que las personas conecten su trabajo con la visión y las aspiraciones organizacionales, además de que las convierte en personas más auténticas y energéticas.

Pero el cambio no ocurre de la noche a la mañana. Debe ser planificado y ejecutado de manera correcta, idealmente en etapas. Una aproximación para lograr el objetivo de cambio es definir una aproximación en cuatro fases:

  1. Definir la estrategia de gestión del cambio
  2. Comprender como la gente experimentará el cambio
  3. Desarrollar un plan de gestión de cambio
  4. Implementar, medir y gestionar los procesos

Estas fases ponen relevancia y foco en las personas, ya que el proceso no es tecnológico. Es eminentemente cultural, lo que conlleva desafíos más complejos a los que el antiguo líder no estaba acostumbrado. Los nuevos líderes del siglo XXI deberán tener en sus organizaciones una nueva mirada, con algunas implicancias que se deben considerar:

El nuevo líder deberá tener una perspectiva de corto y largo plazo a la vez, evitando que la necesidad de reportar ganancias de corto plazo nuble la visión de futuro. El equilibrio estratégico de estas dos fuerzas será fundamental para contrarrestar las fuerzas externas e internas que puedan impactar en el éxito de las organizaciones. La resiliencia, como una forma de ver los fracasos como contratiempos temporales y aprendizajes, permitirá transformarlos en oportunidades.

Nada de lo anterior funciona si no existe adaptabilidad y agilidad, pensando fuera de la caja en vez de inventar continuamente la rueda. La cultura de innovación es el habilitador más importante para que suceda el milagro, la que está siendo liderada por un grupo importante de la sociedad, que ya representa un tercio de la fuerza laboral global. Los llamados millenials, con sus propios valores e intereses, buscan tomar control de sus vidas y de su desarrollo, pero sin perder su libertad y flexibilidad en el trabajo. Comprenderlos, invertir en ellos, en su desarrollo de habilidades, coachearlos y preocuparse de su bienestar será básico para poder contar con un grupo más comprometido con un propósito común y evitar la fuga de talentos.

Los nuevos líderes están expuestos a un escenario de alta incertidumbre y mucha volatilidad, lo que los puede nublar por momentos. Está claro que mientras mayor incertidumbre, más difícil tomar decisiones. Pero no olvidemos lo que dijo alguna vez Peter Drucker: «Dondequiera que vea un negocio exitoso, alguien tomó una decisión valiente». El nuevo liderazgo exitoso será una combinación de muchas decisiones valientes. ¿Estás tú o tus equipos considerando estos factores para tomar su próxima decisión valiente?

¿Qué hay de nuevo viejo?

En la medida que pasa el tiempo y avanzamos en edad y experiencia, pareciera ser que es cada vez más difícil “estar al día” con las novedades tecnológicas del mundo. Si, como Ingeniero en Computación, antes me sentía un sabelotodo en lo que respecta a tecnología e innovación, hoy, si no segmento por temática o intereses, me es imposible mantenerme al día con todo lo que está pasando allá fuera.

Todos sabemos que la destreza de los surfistas está en directa relación con la capacidad que tengan de poder identificar la siguiente ola, para elegir correctamente la que van a surfear y el momento en el cual tomarla. Esta es una habilidad necesaria en la mayoría de los aspectos de la vida.

Te invito a revisar las que, a mi juicio, serán tres de las principales olas que mayor impacto y aceleración tendrán en los años venideros.

El blockchain será protagonista de cambios aún insospechados, con modificaciones de industrias completas, en donde habrán, como siempre, ganadores y perdedores. Tan importante como lo fue internet, a finales de los 90’s, que permitió el nacimiento de los gigantes como Google y Facebook, entre otros, el blockchain agregará una nueva capa a esta infraestructura, que permitirá generar mucho más valor que el que hasta ahora hemos visto. Todas las industrias en donde existe algún tipo de intercambio de bienes, servicios, información o transacciones de por medio, se verá impactado por ella. La descentralización del poder y la posibilidad infinita de incorporar miles o millones de operadores en las transacciones que hoy se generan, no solo traerá más confianza, sino que además le quitará el poder a los actores de hoy, dando origen a nuevas propuestas de valor y una total reconfiguración de los modelos de negocio y el intercambio de dinero que hoy conocemos.

Una segunda ola, de la que ya estamos viendo resultados asombrosos, será el creciente número de aplicaciones que surgirán gracias a la inteligencia artificial (IA). Si nos proyectáramos a unos 30 o 40 años, los escenarios resultarían tan extraordinarios como aterradores.  Un artículo de la revista Smithsonian los generó y publicó escenarios tan diversos y extraños, como los nombres utilizados para referirse a ellos:  Derechos sobrehumanos, Romance Ultramoderno, Vivir y prosperar, entre otros. En una de las citas, una IA conocida como Alpha4 presentó una moción en un tribunal, exigiendo que se la considere una “persona” y se le otorguen los derechos correspondientes. También fue capaz de predecir que un humano sería más feliz divorciándose, negoció con su ex, redactó los documentos legales y se puso en búsqueda del departamento ideal para su nueva vida separado, utilizando los motores en la nube.

No hay duda que esta imagen del futuro no es improbable. Recomiendo ver la película Ready Player One de Steven Spielberg. Pero para llegar a ello, antes veremos importantes desarrollos en los procesos aplicados en las empresas, lo que transformará nuestra vida diaria como “humanos”.  Iremos hacia la hiperautomatización, donde serán las máquinas las que tomen decisiones realizando asignaciones y cambios en tiempo real, que permitan generar eficiencias en costo y uso de recursos, a la vez que resuelvan contingencias y necesidades de los usuarios de una forma que antes hubiese sido imposible.  La combinación de RPA (Robotic Process Automation) con aprendizaje de máquina permitirá ir más allá de las tareas simples permitiendo automatización inteligente en tiempo real.

Deberemos preocuparnos de los alcances de esta tecnología para asegurarnos de su uso correcto y ético.  Los riesgos deben ser mitigados a toda costa, manteniendo siempre la privacidad y seguridad de la información. La oportunidad de mejorar nuestras vidas no puede chocar con la forma en la cual usamos los datos y la tecnología.

Pero la IA profundizará su presencia en todos los ámbitos. Desde la medicina, en donde será capaz de mantenernos sanos a través de un monitoreo permanente de nuestra salud y signos vitales, actuando a tiempo para que el desastre no ocurra hasta vehículos autónomos y el mundo creativo, donde algoritmos podrán emular el comportamiento humano en la creación de obras. Un ejemplo sorprendente de esto es GPT-3, creado por Open AI, donde Elon Musk es co-fundador.  GPT-3 puede generar contenido en texto, como si fuera un humano, a partir de un tema dado y ha sido considerado el mayor avance en IA en muchos años. Mejor que explicarlo es verlo https://www.youtube.com/watch?v=kn60zZ-CaP0

Un tercer elemento que destaco y que podría en los próximos 10 años hacer desaparecer los celulares actuales, reemplazándolos por una generación completamente nueva, basada en tecnologías mixtas, es la realidad virtual y realidad aumentada.  Este predicción, que no es mía, la hizo el analista de compañía TF International, Ming-Chi Kuo, quien es referente mundial en este tipo de análisis. Esta tecnología, que nos permite crear nuestras propias realidades paralelas o participar de otras, combinando información real con escenarios virtuales, será lo que marque el desarrollo de la tecnología en los próximos años y podria traer grandes novedades para el 2022, como el lanzamiento de las gafas de Apple para este propósito y su propio Metaverso, como ya lo están haciendo otras compañías como Facebook, Roblox, Epic Games o la propia Microsoft. Si antes los metaversos que se habían creado (no son nuevos, recordemos a Fortnite, Second Life o Sims) no tuvieron un éxito transversal, se espera que esta vez sea diferente.

Los jóvenes están abandonando sus carreras para adentrarse en este universo paralelo y hacer fortuna en la nueva arena online. Un joven de 27 años, phD en Química de la Universidad de Columbia dejó su trabajo en Goldman Sachs durante la pandemia y hoy está abocado a jugar juegos de video y hacer fortuna con Criptos. Ha reclutado a decenas de personas, desde México hasta Filipinas, para formar un “gremio» que juega bajo el mando del «Capitán» Peurifoy. A cambio, reúne los fondos necesarios para entrar en Axie Infinity, un juego en el que los jugadores recogen , una ficha digital denominada Smooth Love Potion, que puede convertirse en dinero real.

Las criptomonedas están creándose aceleradamente de la mano de los juegos online, en donde cada vez será más difícil distinguir ficción de realidad. En este nuevo mundo virtual, ganar dinero, comprar terrenos o apostar a los caballos no será muy diferente a la vida real, ya que el dinero virtual podrá transformarse en real gracias al reinado de las finanzas descentralizadas o DeFi, las que fusionan criptomonedas, tecnología blockchain y videojuegos.

Como puedes ver, el futuro es cada vez más incierto, pero depende de nosotros entrenar nuestra flexibilidad para adaptarnos lo más rápido que podamos a los nuevos escenarios.  Algunos hablan de resistir, yo prefiero hablar de persistir.

Vuelve a volar

Planeador en remolque en el Club de planeadores de Vitacura

Hace varios años, cuando tenía alrededor de 30, tomé la decisión de que quería aprender a volar, pero no en cualquier tipo de aparato. Sí, quería sacar mi licencia de piloto civil, para poder tener una perspectiva distinta del espacio y desarrollar nuevas habilidades, pero lo haría en una disciplina poco conocida y de mayor dificultad, la del «vuelo sin motor» o «vuelo a vela», en planeadores. Sin duda, un gran desafío.

Hay algo en mí que siempre me ha llamado la atención y siento que me caracteriza. Busco desafiarme siempre. En el colegio, siendo muy malo para el futbol, a la hora de organizar una «pichanga», buscaba quedar en el equipo «de los malos». Lo hacía por dos razones. La primera, para tener la opción de tocar la pelota alguna vez durante el juego y, la segunda, para que si mi equipo ganaba, fuese realmente un mérito, un logro importante, algo por lo cual valiera la pena celebrar.

Mientras hacía mi curso de piloto de planeador, recuerdo cuando en una fría mañana de invierno, alrededor de las 9 am, estaba despegando junto a mi instructor en uno de los últimos vuelos de instrucción antes de obtener mi licencia. Un avión con una cuerda nos debía remolcar a los 750 metros de altitud sobre la pista, donde debíamos soltarnos para seguir vuelo independiente, pero algo en ese vuelo no parecía estar bien. No lográbamos separarnos del terreno a más de 100 metros y eso indicaba algún tipo de falla, del avión o del planeador. El avión no ascendía como era habitual y no había mucho tiempo para análisis. Algo, sin duda, estaba mal, pero no sabíamos qué y la lógica decía que debía ser un problema con el motor del avión.

Mi instructor, sin avisarme, decidió soltarse del avión. Sentí como quedamos a la deriva a muy baja altitud, por lo que sólo atiné a soltar los mandos confiado en que, quien más sabía, tomara el control. Antes que pudiera siquiera sentir miedo, ya estábamos aterrizando de emergencia en los terrenos baldíos del colegio St. George. Por suerte y gracias a la pericia de mi profe, sin un solo rasguño.

Andrew Stanton, guionista de varias películas, entre ellas Buscando a Nemo y Toy Story, es reconocido por sus colegas por decir «Falla rápido. Equivócate tan pronto como puedas«. Al igual como nadie puede aprender a andar en bicicleta leyendo un manual de instrucciones, nadie puede aprender cosas nuevas sin fallar. Mucho menos aprender a volar.

El hecho de que hayamos tenido esa emergencia en planeador, me permitió aprender, de la forma más drástica y rápida posible, sobre una situación que pudo haber sido fatal. La configuración del planeador con sus frenos aerodinámicos, que se abrieron de improviso en el despegue sin que nos diéramos cuenta, no permitía que el avión que nos remolcaba pudiera tener su ascenso normal. El planeador con sus frenos desplegados actuaba como un lastre, ejerciendo gran resistencia para ese monomotor de 180 caballos. Esto nunca lo olvidé, por lo que estaba seguro que esa falla no formaría parte de mis riesgos futuros. Ya había aprendido la lección y había podido comprobar la versatilidad de esas naves para poder aterrizar casi en cualquier parte.

Foto referencial de planeador aterrizado fuera de pista en Los Andes

Inmediatamente después del incidente, se me dio la instrucción de despegar nuevamente, pero esta vez solo. Si no lo hacía en esa misma mañana y lo antes posible, la probabilidad de que abandonara el curso era muy alta y, con ello, uno de mis sueños de ser piloto.

Entonces, ¿cuál es la lección que aprendí? Fallar es consecuencia de intentar cosas nuevas, por lo que debemos sacudirnos de lo que ello significa, entendiendo que en cada falla, nos volvemos más expertos. Los errores son el pavimento del camino al éxito, que aunque doloroso y difícil, tienen un estrecho vínculo con el éxito y no nos debe avergonzar, ya que es la única forma de progresar y aprender. Lo importante es desarrollar mecanismos que nos permitan reaccionar adecuadamente ante un error, sin que sean las emociones las que intervengan.

Emprender es caer y volver a levantarse. No me olvidaré jamás de lo que sentí en ese segundo vuelo que tuve que realizar esa fría mañana, esta vez solo, minutos después de haber tenido un incidente complejo. Pero quienes me motivaron a tener la valentía de volver a volar, tenían claro el por qué lo hacían. Yo también tengo claro por qué te estoy contando esta historia de fracaso.

Todo el mundo disfruta con una historia de éxito. Vivir nuestras fantasías a través de los que han alcanzado el éxito nos da la esperanza de que nos ocurra a nosotros. Pero escuchar esas historias no nos hace ningún favor, porque esos relatos no son el cuadro completo: las luchas, los golpes duros, las derrotas que preparan el terreno para la gran victoria final normalmente no están reflejadas en esas historias. El hecho es que, aunque hay un número infinito de formas en que los empresarios de éxito ganan su dinero, sólo hay una cosa que todos tienen en común: el fracaso.

Cuando se emprende, se trabaja en base a hipótesis, las que debemos comprobar. La famosa prueba y error, que nos permite a través de la experimentación y la re-adecuación de la estrategia, conseguir finalmente el objetivo buscado, es lo que denominamos iteración. En el mundo del emprendimiento y de las startups se llama pivotar .

Comienza a pivotar más en tu vida, como una estrategia de aprendizaje permanente, no solo en el mundo de los negocios. Si las cosas no andan bien, aproxima al problema desde un punto de vista distinto, rediseña el plan y céntrate en la nueva oportunidad que podrías descubrir en el proceso. Lo importante es que siempre tengas conciencia de los riesgos y generar los mecanismos para que estos sean acotados.

No faltan ejemplos de grandes éxitos que tuvieron que luchar antes de convertirse en los ganadores que ahora conocemos. El muchas veces ganador del Oscar Steven Spielberg fue rechazado en la escuela de cine de la U.S.C. Thomas Edison pasó por miles de prototipos antes de perfeccionar su bombilla y El «Coronel» Harland Sanders no triunfó con KFC hasta los 68 años.

Como ves, fallar es parte del camino. Ponte de pie nuevamente y emprende el vuelo. No le tengas miedo a las críticas… «Sólo hay una manera de evitarlas: no hacer nada, no decir nada y no ser nada.». No lo digo yo, lo dijo Aristóteles.

Cómo volar alto sin morir en el intento

Cuando me toca conversar con empresarios y emprendedores, veo que es muy común que muchos se sientan frustrados, aunque sus ideas estén en desarrollo y puedan eventualmente convertirse en grandes y rentables proyectos. La sensación de fracaso se presenta en la mayoría de los casos porque los objetivos que persiguen no tienen un punto final. Cada vez que alcanzan alguno, definen uno nuevo y se sienten nuevamente decepcionados por lo que les falta por lograr, sin comprender que los fracasos son necesarios y forman parte de un sistema exitoso en el largo plazo.

Cada uno de nosotros tiene sueños. De niño seguro que todos los teníamos. Yo mismo los tenía, siempre imaginando cómo sería mi vida de adulto. Una vez de grandes, seguimos teniéndolos, pero esta vez en relación a otros aspectos de nuestra vida, como la familia, nuestros proyectos personales y profesionales y nuestra búsqueda de autorrealización o propósito.

Una buena metáfora de lo que perseguimos, soñamos y queremos alcanzar es la historia de Ícaro, ese personaje de la mitología griega que logra escapar de un encierro en la isla de Creta gracias a un consejo de su padre, quien le dijo que construyera con cera unas alas para volar. El cuento, que conocía, nunca me había cautivado, hasta que leí a Seth Godin, uno de los más destacados expertos en marketing y autor de varios best sellers, quien me hizo ver las interpretaciones posibles de esta historia mitológica y su enseñanza para la vida.

Nos pasamos la vida esperando al sistema, ese momento oportuno para mostrar lo que hemos aprendido en el tiempo y cómo podemos marcar una diferencia, siendo más audaces para provocar los cambios que soñamos y queremos. Según Godin, hemos entrado a una nueva era, la de la conexión y el talento, que vino a reemplazar la era industrial y del capitalismo.

Nuestros padres nos enseñaron a obedecer, a no ser soberbios y tratar de pasar inadvertidos. La sumisión era una virtud. En la economía industrial le llamaban emprendedor al que se revelaba al sistema jerárquico del poder. Es muy distinto al explorador que debe ser el emprendedor de hoy, que crea, improvisa y desarrolla, tomando con talento lo que está disponible y hace magia con ello, tal cual un artista.

«Aprópiate de las recetas que han funcionado bien para otros, sin que eso signifique perder tu propia identidad«, es lo que dice Austin Kleon en su libro Roba como un artista. La mayoría de las nuevas ideas exitosas son buenas combinaciones de algo que ya existe, por lo que no le temas a tomarlas prestadas.

La sociedad actual exige pensar como un artista, atreverse a la crítica y conectar con las personas, influyendo en ellas. La economía de la colaboración ya no nos lleva a preocuparnos por las cosas, sino que por las personas. Son las conexiones las que importan. La confianza, la singularidad, el liderazgo y el poder de las historias son algunos de los aspectos que permiten alcanzar el éxito.

Se ha dicho que Ícaro es el símbolo de la temeridad juvenil castigada. Es el símbolo de la rebeldía de los jóvenes respecto a sus padres. Pero también es el símbolo de la curiosidad innata de la juventud, de la atracción del riesgo, del placer de la aventura, del interés por aprender, de la fiebre por ascender a lo más alto, aunque en el camino tengamos derrotas que nos generen frustraciones.

Por eso, para lograr perseverar y no morir en el intento, en vez de perseguir metas independientes, seguir un enfoque continuo basado en sistemas permitirá ver y valorar los beneficios de cada derrota como parte de un plan de largo plazo.

Aunque Ícaro murió en el mar Egeo al derretirse sus alas por volar demasiado alto, desobedeciendo los consejos que le dio Dédalo, su padre, estoy convencido del valor que tiene el coraje en las personas.. Hay que ir por más, por la milla extra. Yo le llamo jutzpa a este tipo de sano inconformismo. Enfréntate a las criticas, persevera, ten fortaleza y resistencia. Ten compromiso, pasión y ambición. Ese desafío es el que mantiene vivas a las personas con coraje y que caracteriza a los artistas.

El arte tiene tres pilares segun James Elkins: aprender a ver, sin miedos ni paradigmas. Aprender a hacer, pasando de ser un espectador a un activo participante, y aprender a aceptar la pizarra en blanco. Esto último es lo más complejo si queremos hacer arte original. 

Para lograrlo, descubre qué te da energía. Aumentarla debe ser parte de tu sistema. Eso mejorará tu humor y mejorará tu rendimiento. El sentimiento de progreso ayuda a la motivación, por lo que siempre intenta mantenerte optimista. Crea una visión de éxito de lo que te propongas. Puedes ser consciente de las probabilidades de fracaso, pero, en vez, concéntrate en el potencial de éxito y visualízate ahí.

Una receta es que intentes hacer nuevas cosas para fracasar, hasta descubrir algo que puedas hacer bien. Lo mismo aplica a las nuevas ideas cuando encuentras una que desarrolles bien y que genera como resultado un aumento de tu pasión y energía.

Así como las alas de Ícaro le dieron su libertad y fueron causal de su muerte, lo paradójico es que es común encontrarse con que las mismas razones que llevan a una organización al éxito, son las que finalmente las llevan a su decadencia por falta de visión de los mismos líderes que la hicieron crecer.

Al final es un tema de mindset. Moldea tu mente para imaginarte ese futuro exitoso y traerlo al presente. Piensa y actúa como un artista para lanzarte al vuelo, pero sin descuidar de dónde vendrá el calor que pueda derretir tus alas. Sólo así podrás volar alto.

La soledad de nuestra propia burbuja

Los pares improbables, esos encuentros casuales que no se dan si no es por una situación particular y que son los que nos permiten aprender del otro, ese que es diferente a nosotros, son de ocurrencia cada vez más difícil en el mundo digital.

Es conocido que la innovación y la magia ocurren cuando somos capaces de encontrarnos con ideas y personas que proponen miradas diferentes, no sólo con los similares, sean estos los amigos o los compañeros de trabajo.

Estos encuentros improbables se volvieron cada vez más escasos en el último tiempo, privilegiando el consumo de internet y las relaciones digitales. Los líderes globales no pueden estar más contentos con este incremento de tráfico en la red, lo que aumenta los volúmenes de datos y estadísticas que se producen en ella y les permiten segmentar y predecir aún mejor el comportamiento de las personas, los mercados y los países.

En la era de la segmentación y la personalización, los individuos ven limitada su exposición a opiniones y realidades ajenas. Estamos en una burbuja, que sólo nos permite mirar un mundo definido por lo que los gigantes de internet quieren que veamos. Ellos han establecido una red de vigilancia constante sobre nosotros, los usuarios.

Cuando buscamos algo en Google, la gente asume que todos obtenemos las mismas páginas de resultado, lo que no es cierto. El algoritmo de PageRank, del que muchos hablan, es el que define qué resultados deberían salir primero y cuáles después, pero esto no es igual para todos.

El resultado que cada uno de nosotros obtiene depende de nosotros mismos. Así es. Según quienes somos, nuestros intereses y gustos, el algoritmo define qué es más relevante para cada uno en particular. Mientras más relevante, mayor alcance del mensaje. Se trata de la personalización llevada al extremo. De esa forma, nuestra propensión a comprar algo que nos ofrecen en las redes aumenta mientras más personalizada sea la publicidad o información que se nos presenta.

Para algunos esto podría ser el mejor de los mundos. Se nos muestra sólo lo que nos interesa ver. Pero, ¿qué hay de la mirada externa o de la posibilidad de acceder a otras miradas sobre una misma realidad? No hay espacio para ello. Cada vez estamos más encerrados en nuestra propia burbuja.

La burbuja de la hipersegmentación digital define a cada grupo con un solo integrante dentro: cada uno de nosotros está solo en su propia burbuja, lo que elimina la posibilidad de enriquecernos por el intercambio de información. Esto transforma el mundo que experimentamos, filtrando la realidad entre lo que vemos y lo que dejamos de ver.

Si bien históricamente siempre hemos consumido los medios más afines a nosotros, no estábamos aislados de otras fuentes de información. Para cada medio había un grupo inmenso de lectores o clientes que compartían intereses y pensamientos.

El mayor problema con esta realidad que se nos presenta, que nos resultará familiar y conocida, es que es un mundo que no desarrolla inquietudes por aprender cosas nuevas, ni permite alimentar la curiosidad por explorar otros puntos de vista. Es una especie de adoctrinamiento en base a nuestras propias ideas, que moldea nuestra identidad generando estereotipos que nos quitan libertad de elección, situación en la cual no hemos elegido estar y de la cual no hay opción de salir.

La tecnología, como todo, puede ser usada para resolver los grandes problemas de nuestra sociedad o para destruir sociedades. Seamos conscientes del uso que le damos a los datos y cómo estos pueden ser utilizados cuando los proporcionamos. El mal uso de ellos ya lo podemos sentir en muchos ámbitos, como en la creciente cantidad de fake news, en la manipulación de los mensajes en campañas políticas y en nuestra propia polarización como sociedad.

Seguro te estás preguntando cómo resolver este problema. Una buena opción es ampliar nuestros intereses y expresar ese comportamiento en las redes. Asimismo, al borrar las cookies periódicamente estamos abriendo más posibilidades acerca de quiénes somos, permitiendo ver nuevos intereses.

Es imperativo que exijamos conocer quién tiene nuestros datos y que ellos estén seguros, que las empresas nos permitieran borrarlos o corregirlos, a través de leyes que protejan a los usuarios, considerando la información personal como una forma de propiedad.

Ya sabes, si algo es gratis, el producto eres tú.

Tu sueño hecho realidad

Una de las frases que más frecuentemente escucho cuando me enfrento a personas que sueñan con su independencia laboral es “me gustaría hacer algo, pero no se qué”. A continuación vienen otras, tales como “no sé como empezar” o “tengo miedo de perder la estabilidad del empleo que ahora tengo”. Independientemente de cuáles sean esas frases, lo fundamental es que la mayoría de la gente tiene temor a enfrentarse a los desafíos que significa empezar algo nuevo, emprender, más aún si de aquello dependerá su salud financiera. Para poder avanzar en el proceso y dar el primer paso, siempre es conveniente conocer más sobre el nuevo mundo que espera a los emprendedores.

El profesor de Sandford, Steve Blank, ha ayudado a la creación de más de diez mil nuevos emprendimientos, mediante la sistematización del proceso de creación de startups, basados en la metodología Lean Startup y en el MVP, llamada «Desarrollo de Clientes». En su libro “Del sueño a la realidad” él explica por qué una startup es distinta a una empresa ya establecida.

Mientras en la última lo que se hace es ejecutar un modelo de negocios, en la nueva empresa lo que se busca es el modelo de negocios correcto para ser ejecutado. Y esto es lo que hace tan atractivo emprender.

Las reglas de las startups son muy distintas a las del mundo corporativo. Éstas no son versiones pequeñas de empresas grandes, como mucha gente cree. A medida que las startups avanzan en su desarrollo y transitan por las fases de ideación, validación, tracción y escalamiento, deberán ir poniendo un énfasis distinto en el desarrollo de cada uno de sus pilares fundamentales: estrategia y sociedad, personas y recursos, tecnología, procesos y accountability.

En sus etapas iniciales, las startups no tienen clientes, por lo que lo primero es conocerlos y luego crear el producto adecuado para ellos. El principal reto del fundador es probar que su visión es correcta. Para ello es necesario pasar por desafíos importantes, los que generarán incertidumbre, pero también muchos aprendizajes, los que deben estar acompañados de un conjunto de valores fundamentales y una visión clara a largo plazo.

El ejemplo de Segway, que fue lanzada el año 2001 como «la revolución de la movilidad», demuestra cómo puedes perder mucho dinero si no conoces a tu mercado. Sus fundadores pensaron que el mercado eran todas las personas que caminan, es decir, un mercado gigante para todo público, pero la realidad es que diversos problemas golpearon a la compañía, entre los que se cuentan varios accidentes, incluido el fallecimiento de su propietario al caer por un acantilado mientras conducía uno de sus vehículos. Segway se enfocó en un producto para un mercado equivocado, que hasta el día de hoy no encuentra su nicho y dejó de producirse hace ya algún tiempo.

Muchas startups crean productos para mercados existentes, lo que disminuye el riesgo, facilita la identificación del mercado objetivo, a los competidores y la dinámica del negocio, pero tiene la desventaja de que la competencia será más ruda con empresas más grandes establecidas previamente. La opción de resegmentar el mercado y adueñarse de un nicho, a lo mejor con mejor servicio o aprovechando que está mal atendido, puede resultar una buena estrategia. En cambio, las startups disruptivas optan por crear mercado, creando productos innovadores, sin competencia directa. Este esquema, aunque más riesgoso y más lento, es uno de los de mayor rentabilidad una vez que la compañía comienza a escalar, lo que normalmente no ocurre antes de cinco años.

La metodología de Desarrollo de clientes creada por Blank tiene cuatro etapas: Descubrimiento de clientes, validación de clientes, creación de demanda y construcción de la empresa. Es un proceso iterativo que, en base al feedback de clientes, permite adaptar rápido los productos.  Las dos primeras fases nos darán dos datos claves: que nuestro negocio es viable y que existen clientes dispuestos a comprar nuestro producto. No nos olvidemos que la principal razón de fracaso de startups es poner en el mercado productos o servicios que nadie necesita o por los cuales nadie está dispuesto a pagar. Una cosa es generar valor al mercado y otra muy distinta es poder capturarlo.

Los primeros clientes de estas empresas innovadoras son los early adopters, estos clientes iniciales, entusiastas y más visionarios, pero que no son tan masivos. Sin embargo, el lanzamiento temprano también ayuda a corregir rápido y adaptarse para lograr la validación lo más rápido posible. Esto se logra con un producto mínimo viable o MVP. Este es el momento en que habrás validado que existe un calce entre tu producto y el problema que supones resolver, lo que se denomina product market fit. Sin ellos, no hay razón para seguir avanzando. Blank lo resume diciendo “El objetivo del desarrollo de clientes es convertir hipótesis en hechos”.

Recién ahora, que pasaste las primeras dos fases, puedes enfocarte en tu plan de marketing y ventas según el modelo de negocios al que hayas arribado con tu producto. Es altamente probable que, así como el producto ha iterado muchas veces, lo haya hecho también tu modelo de negocios, basado en la nueva evidencia recogida en la primeras etapas del plan. La mayoría de las startups exitosas modificaron muchas veces su propuesta original de modelo antes de alcanzar el éxito. Lo que sucede es que esa parte de la historia, no tan glamorosa, es pocas veces conocida.

Este es el momento de acelerar y poner en acción un plan de penetración de mercado, hacia uno más masivo, con el fin de generar demanda y escalar la empresa. Ahora el modelo de negocios debe demostrar que es repetible y escalable, con lo cual es necesario también escalar la cultura y desarrollar la organización con un buen gobierno corporativo. La transición de la startup desde la creación de su modelo de negocios a su ejecución requiere profundas transformaciones

No existen verdades dentro de las startups. Solo hay opiniones. La verdad la tiene el mercado y solo te encontrarás con ella cuando te encuentres con él y salgas a vender tu producto.