¿Puede enseñarnos la naturaleza a innovar?

Biomimetismo es una disciplina relativamente nueva, que, a través del aprendizaje e inspiración de la naturaleza y su imitación, pretende resolver desafíos humanos en diversos aspectos, orientado especialmente al diseño de procesos, productos y políticas.

Entender cómo funciona la vida y la naturaleza, y cómo los seres humanos debemos relacionarnos con ella, es la base de la filosofía que abraza esta práctica-ciencia. Los desafíos que enfrentamos como sociedad, en un mundo cada vez más estresado, nos exigen buscar nuevas formas de enfrentarlos, de manera sostenible y solidaria con todas las formas de vida de nuestro planeta.

Es probable que tú, al igual que yo la primera vez que escuché este término, dijeras ¿qué %$&@# es eso? Para explicarte, mejores son los ejemplos. ¿Has escuchado o tenido la oportunidad de viajar en un tren bala? Estos trenes imitan el diseño de las aves, específicamente del pájaro Martín Pescador, con el fin de eliminar la resistencia que se produce en la parte delantera de los trenes tradicionales, haciéndolos más eficientes y rápidos.

Otro ejemplo son los edificios que autoregulan su temperatura, tal como lo hacen los nidos de las termitas. Copiando su diseño, a través de un gran túmulo con forma de chimenea, logran mantener su temperatura constante y refrigerada, con un mínimo o nulo gasto energético. Si desperté tu curiosidad con esta obra arquitectónica, te invito a conocer el Eastgate Centre en Zimbawe a continuación.

Un último ejemplo, y uno de los más conocidos, es el famoso velcro. Este descubrimiento fue realizado en 1941 por un ingeniero, quien al ver cómo cierto tipo de semillas se le habían adherido a su ropa después de un día de caza junto a su perro, se dio a la tarea de replicarlo en un sistema de cierres que unía dos partes de diferente textura, producto que posteriormente fue patentado y hoy es muy usado en todo tipo de industrias y empresas, incluida la NASA.

Ejemplos de estas innovaciones basadas en la imitación encontradas en la naturaleza hay muchas, pero más allá de ello, lo interesante es el aporte real que significa seguir estos modelos de creación.

Según el Instituto de biomimetismo, fundado en 2006, esta forma de mirar el mundo y aportar al desarrollo no sólo trae nuevas esperanzas de resolver los grandes problemas de la humanidad, sino que también trae un poco de alivio al ser humano. El saber que la naturaleza por sí misma se encarga de resolver todos sus problemas, da la garantía de que se trata de métodos validados y accesibles. Entonces, por qué no utilizar a la propia naturaleza como nuestro mentor y permitirle enseñarnos cómo enfrentar a través de la economía circular, el diseño regenerativo y la sostenibilidad, los grandes problemas que hoy enfrentamos en temas como el agua, el aire o el suelo.

Estoy seguro que de economía circular sí habías oído hablar. ¿Sabías que el 90% de la materia prima usada en la fabricación se pierde antes de que el product0 salga de la fábrica y el 80% de los productos terminados terminan en la basura en sus primeros seis meses de su ciclo de vida? (Rubbish!, Richard Girling).

Es por eso que buscar en la naturaleza nuevas formas de procesos que permitan hacer un uso adecuado de los recursos, reutilizando, reformando, reciclando y transformando hace el total de los sentidos. Es una economía que se inspira en ella y para ella, con respeto por ella y el cuidado del medio ambiente.

Después de ver el documental del Netflix, El dilema de las redes sociales, una frase me dejó especialmente pensativo.

«Vivimos en un mundo en que un árbol vale más muerto que vivo, en el que una ballena vale más muerta que viva». Creo que esa frase resumen todo lo que esta nueva forma de ver las cosas puede ayudar a cambiar y no amerita más comentarios.

Para finalizar, te invito a revisar la charla TED de Michael Pawlyn, donde podrás ver extraordinarios ejemplos de cómo pequeños hábitos de la naturaleza podrían transformarnos como sociedad.

El secreto del fracaso: Conoce el mal que afecta a más del 90% de la población

¿Cuántas veces te has hecho la promesa de que vas a comenzar una dieta, empezar un nuevo curso o, simplemente, ir al gimnasio? ¿Has oido hablar de la procastinación?

Si no lo has escuchado, es una de las enfermedades que padece más del 90% de las personas en el mundo, la pereza del siglo XXI, como algunos ya la han definido. Se trata de postergar actividades más importantes, difíciles o no tan entretenidas, por otras más simples, fáciles y divertidas.

Todos tenemos momentos en los que nos sentimos más energéticos y productivos. Hay algunos que probablemente no saben de qué les estoy hablando, porque nunca se han sentido así. En cambio, se sienten con flojera y ganas de «no hacer nada», lo que los lleva a postergar sus tareas. A veces es inevitable, por la alta carga que puedas tener por períodos o por una incorrecta organización.

Viendo una charla TED de Tim Urban, tuve la oportunidad de comenzar a entender lo que sucede en la mente de un procastinador. ¿Qué hay dentro de ellos? Seguramete muchas ganas de ver series de Netflix, buscar algo en el refrigerador, un poco de chat con amigos y… ooppsss! … el tiempo se acabó, ya no alcancé a hacer lo que tenía que hacer. En resumen, a un procastinador el gusta hacer cosas fáciles y divertidas.

Según la visión de Urban, esta situación se podría ilustrar de manera figurativa con un simio sin adiestrar dentro de nuestro cerebro, como si cuando queremos tomar el control de nuestras acciones, es el simio, completamente alocado, quien nos presiona, hasta que él mismo toma el timón de nuestras acciones y nos hace creer que ya tendremos tiempo para lo otro más tarde.

Para nuestro motor de decisiones racionales, en los no procastinadores, no hacer cosas productivas la mayoría del tiempo puede resultar una mala idea, mientras que para los procastinadores, es el paraíso. Sin embargo, existe un área de intersección entre ambos mundos. Esos son los momentos en donde sí hace sentido hacer cosas fáciles y divertidas, como cuando hay que dormir o comer. A todos nos gusta tener momentos despreocupados en donde el tiempo simplemente…pasa.

Hay dos tipos de procastinación. Las que tienen plazos perentorios son más fáciles de controlar, por el miedo de no hacer el trabajo, lo que termina movilizándote. Pero cuando no hay plazos, no aparece el miedo y las cosas por hacer, simplemente se postergan indefinidamente. Es la dilación de largo plazo la que normalmente es la fuente de los problemas y todas nuestras frustraciones. Es la que impide dar ese primer paso para comenzar a perseguir tus sueños.

Antes de finalizar, te dejo un mensaje. Consigue un «accountability buddy». ¿No sabes qué es? Es un concepto que define a una persona con quien compartes objetivos y te ayuda a lograr tu meta. Es como un compañero de rendir cuentas. Elige quién puede ser esta persona: un amigo, tu pareja, tu coach o incluso un compañero de trabajo.

Ese puede ser el amigo que te acompaña al gimnasio, con el que comienzas un nuevo proyecto para promocionar, por ejemplo, tu marca en las redes sociales, o simplemente, quien te motive a estudiar para un examen en la universidad. La idea es que encuentres ese complemento que te falta y puedan revisar los avances y los compromisos cumplidos al menos una vez a la semana. Y si no tienes fechas límite para esas tareas – recuerda que los deadlines son importantes para dejar de procastinar – establece una lista de chequeos de avance intermedios y ponles fechas límite.

Quizás ahora mismo, mientras lees o escuchas este post, quizás tengas la sensación de no estar haciendo lo que deberías. No te preocupes demasiado si es así, ya que seguramente algún mensaje de valor quedará en ti de este post, para que en el futuro dejes de procastinar, al menos un poco.

Y tú, piénsalo por un momento … ¿también tienes el problema de la dilación en tu vida?

La pregunta que puede cambiar tu negocio

¿Has escuchado esa frase que dice que todo problema tiene una oportunidad escondida? El vínculo es tan importante que, en chino mandarín, por ejemplo, un trazo de “crisis” (危机, weiji) está contenido en “oportunidad” (机会, jihui), y viceversa. Y lo pude comprobar, aunque siempre odié eso de “donde se cierra una puerta se abre una ventana”, por ser una frase cursi y repetida. Por eso me costó escribir este post, prometiéndome no usar esa idea; al menos lo intenté. Pero lo cierto es que todo problema tiene una oportunidad escondida…

Siempre hay alguna época en que todo va de maravillas, sin preocupaciones, hasta que las cosas se comienzan a poner color de hormiga y llega el momento de tomar decisiones difíciles, esas que muchas veces tememos o no queremos enfrentar.

Podemos tomar todas las decisiones que queramos, pero no podemos controlar los factores externos que, sin previo aviso, pueden cambiar el destino de las cosas tal cual las habíamos planificado y hacer desaparecer o, en el mejor de los casos, contraer fuertemente industrias completas. Hoy lo estamos viviendo con la pandemia y Chile lo vivió también a partir del 18-O. Yo lo viví en muchas otras ocasiones antes, como emprendedor, pero recuerdo perfectamente esa primera vez, al inicio de la crisis subprime en EEUU en el año 2007.

Como sabemos, las primeras áreas de las empresas que se ven afectadas en tiempos de crisis (y algunas veces hasta desaparecen) son las de marketing. Las empresas comienzan a focalizarse en estrategias de venta de corto plazo, en vez de invertir en marketing de largo plazo, como es el branding o el posicionamiento de algún producto. Van directo a promover la venta, se enfocan en aquello cuyo resultado esté lo más cerca posible de la inversión. Y eso es justamente lo que hicimos.

Durante esa primera experiencia, hace ya más de 13 años, descubrí que la pregunta decisiva que debería surgir en una crisis cuando los clientes ya no pueden comprarte o simplemente se extinguen, es “¿A quién más puedo servir?”. Hacerse preguntas de índole filosófico o esencial, como ésta, en un momento de crisis, es un desafío mayor donde se pone a prueba esa mirada abierta y contra-intuitiva que me ha gustado desarrollar. No me resulta fácil y, honestamente, siempre me hago estas preguntas desconfiando de la utilidad de la respuesta que voy a dar.

¿A quién más puedo servir? Es una pregunta profunda y muy útil por varias razones. Hay personas que creen que hacer negocios consiste en “servirse de” los clientes, ganando una compensación en ello. Y, sin duda, puedes hacer negocios con esa mentalidad. El inconveniente de “servirse de” los clientes radica en que, ¡oh sorpresa!, los clientes se dan cuenta perfectamente que estamos sirviéndonos de ellos.

Por el contrario, “estar al servicio” de los clientes implica una serie de ideas fundamentales o, mejor dicho, principios, que le dan forma a nuestra mentalidad y, por extensión, a la mentalidad de nuestro equipo y, finalmente, a las acciones y actitudes de la compañía. Estar al servicio de los clientes implica, por ejemplo, reconocer que una persona decidió confiar en mi equipo o en mi capacidad y compromiso, pudiendo elegir a otro. En este sentido, no es una exageración ni resulta cursi decir que los clientes nos honran al elegirnos. En todo negocio, alguien tuvo que dar el primer paso, uno de los dos tuvo que arriesgarse. Para cualquiera que haya emprendido, resultará fácil comprender que los clientes son todo lo que tenemos y todo lo que necesitamos. Debemos trabajar todos los días para enamorar a nuestros clientes, tenerlos cautivados, que es muy diferente a tenerlos cautivos.

Entonces, cuando nos hacemos LA pregunta, no estamos filosofando o tratando de justificar algo que es una simple transacción económica, estamos poniendo los fundamentos de las estrategias de negocios. Por algo las empresas tienen visión y misión; y la misión no suele ser “vender mucho”.

Tener una visión y una misión clara y potente no sólo agrega valor a tu empresa, sino que además es el primer paso para trabajar la mentalidad adecuada. Esa mentalidad será clave para tomar buenas decisiones porque te da el parámetro de lo que es factible o correcto hacer, además de ser un activador de gratitud y revelador de nuevas oportunidades. Tener una mentalidad de servicio al cliente nos indica a quiénes debemos servir y a quiénes no. Quiénes calzan con nuestro target de cliente ideal, quiénes no calzan. Estar al servicio de los clientes nos permite buscar nuevos clientes, que nos valoren, aprecien y respeten. Personas a las que podemos agregarle valor y así, finalmente, prosperar.

Pondría mis manos al fuego al asegurar que quienes iniciaron la crisis financiera el 2007 en EEUU y se dedicaron a vender activos inmobiliarios que no tenían respaldo financiero e invariablemente “reventarían”, se vanagloriaban tras cada venta y no pensaban más que en ellos. Ni se pasaron por la cabeza la idea de estar al servicio de los clientes.

Me hubiese encantado haber tenido, en ese momento que viví mi primera gran crisis, la certeza del aclamado autor y charlista motivacional Tony Robbins, cuando declara que el despegue llega después del desastre; y que muchos emprendedores alcanzan su punto más bajo, inmediatamente antes de catapultarse hasta cimas sin precedentes.

Lo interesante es que la respuesta a la pregunta «¿a quién más puedo servir?» puede surgir de quienes mejor conocen lo que hace única a tu empresa: tu mismo equipo. También puede surgir de afuera, de modo que hay que salir a buscar esa perspectiva. Me refiero a conversar con otras personas para descubrir las respuestas que buscamos.

¿Por qué le doy tanta importancia a encontrar la salida? ¿Qué tiene que ver esto con aprovechar la oportunidad de negocios? La verdad es que tiene mucho que ver. Los que se retiran no aprovechan la oportunidad.

Es como la gente que compra acciones y las vende apenas ven que bajan de precio porque se asustan: nunca ganan dinero. Ese pánico por retirarse cuando las cosas andan mal o incluso muy mal, hace que pierdas la oportunidad, si es que esa oportunidad en realidad existe. Si no existe la oportunidad, continuar es una torpeza. Si existe, continuar a pesar de haber caído al pozo es lo que debes hacer.

Eso hace que las preguntas como ¿a quién más puedo servir? sean tan relevantes: son en realidad la manera de salir del problema. Esta idea, esta nueva pregunta que abre posibilidades que no conocía, la aprendí haciendo networking, pero de eso ya hablé algo en este post. Te invito a leerlo.

¿Te gustaría trabajar en una empresa sin jefes?

No es nada nuevo, pero pocas compañías se atreven a implementarlo. Se trata de un sistema organizativo basado en el liderazgo distribuido, que lleva más de 13 años adoptándose por distintas empresas en el mundo, como una forma de descentralizar la toma de decisiones, dar mayor autonomía y empoderamiento a las personas y, en consecuencia, mejorar los resultados de las empresas.

¿Es realmente posible una organización así? En este tema, como en la mayoría de las cosas, nos encontramos con detractores y promotores de este método de administración, el cual no cualquiera se atreve a implementar. Es contra-intuitivo de base pensar que una empresa no caerá en la anarquía y el caos sin la estructura tradicional, jerárquica y piramidal, donde las responsabilidades parecen estar mejor definidas.

En 2009 se redactó la primera  Constitución Holocracy https://www.holacracy.org/constitution, que define los principios y prácticas de este sistema organizativo. El modelo se basa en un conjunto de reglas, procesos, controles y pautas, un verdadero sistema operativo, en el que las unidades que lo componen se autoadministran y son autosuficientes, organizándose en células o círculos de trabajo, con roles y funciones claramente definidas. La idea es fomentar el liderazgo de cada trabajador para aumentar su eficiencia, agilidad, transparencia, emprendimiento, innovación y responsabilidad. El cómo se ejecuta el trabajo es determinado por cada individuo, donde el único rol superior está dado por un líder o lead link, quien debe asegurarse que el trabajo sea completado. Aquí se trata de saber exactamente de qué soy responsable, pero con la libertad de cumplir con ello como crea que es mejor, sin cuestionamientos. Por tanto, es una estructura en la que la toma de decisiones las toman los propios trabajadores y no las altas jerarquías, implicando así a los empleados en su trabajo.

Una de las empresas emblemáticas en el uso de holocracy es Zappos, la icónica tienda online de zapatos originaria de Las Vegas, quienes desde el 2015 lo están usando. Aunque no han estado libres de problemas, continúan usando esta herramientas y uno de los mayores logros está relacionado con el foco de los empleados en los clientes, accediendo a su feedback permanente para lograr un efecto WOW continuo con ellos.

Según ellos mismos comentan «..es que con a holocracia, hacemos lo implícito EXPLÍCITO! 🙂 O en otras palabras, usamos holocracia para expresar claramente nuestro trabajo, nuestras responsabilidades y nuestros propósitos.»

Son varios los ejemplos en donde la autogestión ha generado impacto positivo. Volvo, en una de sus plantas en Suecia, logró reducir en un 90% los defectos en 1987. FedEx redujo los errores de servicio en un 13% en 1989 y la Cía. de alimentos General Mills aumentó su productividad hasta en un 40% en las plantas que adoptaron este tipo de equipos.

El tema que parece más complejo de resolver es la comunicación entre los grupos o círculos de trabajo. Para asegurar la transmisión de información entre ellos, cada grupo de trabajo se vincula con los de mayor responsabilidad al compartir al menos dos de sus miembros. Es decir, dos personas funcionan como canales de transmisión de información entre dos grupos, para dar coherencia al proyecto. También, como los grupos de trabajo son por proyectos o áreas  y no por departamentos, es más fácil adaptar la estructura a las condiciones cambiantes de la organización. La idea es minimizar las reuniones, dejando sólo las imprescindibles, para lo cual la tecnología debe ser un facilitador relevante de estos procesos ya que se necesitan canales muy abiertos y funcionales.

Lo que las empresas siempre han soñado pareciera ser que la holocracia lo entrega. Ese añorado balance entre fiabilidad y flexibilidad, que elimina la concentración de poder en la zona superior de la pirámide y la distribuye en la organización, podría ser una buena respuesta a las organizaciones modernas y ágiles. Es por ello que se trata de un modelo mejor adaptado para funcionar en startups y empresas que hayan podido erradicar el ego y estén libres de burócratas, a veces abundantes en las corporaciones. Si quieres saber más de esto, puedes visitar  esta colección de artículos en Medium.

Es de esperar que el sacrifico en fiabilidad en pos de la velocidad y adaptabilidad no terminen pasándole la cuenta a las empresas cuando éstas se vuelven más grandes y complejas.

Libera tu mente: desaprende y vuelve a aprender

imagen: https://sproutsocial.com/

Desde que nacemos, no dejamos de aprender: Lo hacemos de nuestros padres, de nuestros profesores y de todo aquello que nos rodea. Es una constante de la cual nos sentiremos siempre satisfechos, ya que nos permite desarrollar nuevas habilidades y cultivar nuevas competencias, cada vez más necesarias en el cambiante mundo en el que vivimos.

Con la facilidad que hoy nos da la tecnología, más aún en tiempos de pandemia, la posibilidad de aprender se ha abierto y extendido a un universo mucho más amplio de personas, muchas de las cuales recién comienzan a descubrir lo fascinante que puede ser adentrarse en terrenos hasta ahora desconocidos para ellos.

Estamos en una economía del conocimiento. Ese es el activo más importante y más valorado hoy en día. Ya lo predijo Peter Drucker en 1957: «El activo más valioso en una institución del siglo XXI, sea con o sin fines de lucro, será el conocimiento de sus empleados y su productividad». Por ello, es la información, que con sus infinitas posibilidades de transformación en conocimiento y valor, la que domina todos los ámbitos industriales.

En tiempos de cambios acelerados e impredecibles, como los que vivimos hoy, bien vale preguntarse cuánto de los aprendido nos servirá para enfrentar el futuro. Es probable que tengamos que adaptar nuestros conocimientos y nuestras conductas para poder establecer un nuevo modelo de vida, ante un cada vez más impredecible futuro.

¿Y si en vez de adaptarnos, desaprendemos? Es lo que muchos postulan como la mejor forma de adaptación posible. No se trata de olvidar o despreciar todo lo aprendido en épocas pasadas, sino que más bien se trata de generar un razonamiento lógico más crítico respecto de lo que hasta ahora nos había hecho sentido y había funcionado. Se trata de reaprender, hacer un rewind & reset a muchos de los paradigmas que nos impiden desarrollarnos y modificar nuestras estructuras, para hacer un mejor calce con la sociedad actual y los cambios que nos deparará.

Es evidente, por ejemplo, que un gerente de recursos humanos, ya no puede pensar como lo hacía en el siglo pasado y hoy tendrá que preocuparse de otros aspectos que van mucho más allá del desempeño, como lo son los horarios flexibles, la gestión del conocimiento, el talento y la conciliación trabajo-familia, entre mucho otros. De la misma forma, quien hoy no domine las tecnologías, simplemente será excluido del sistema y, por supuesto, del mercado laboral.

Como nada es para siempre y menos aún el conocimiento, tendremos que aprender a desaprender, como la única forma de crecer personal y profesionalmente, eliminando de nuestra memoria todas aquellas ideas obsoletas e innecesarias , atemporales o equivocadas, para movernos a un modelo de mayor innovación a través del reaprendizaje.

El concepto es simple de explicar, pero no por eso tan fácil de realizar. Se trata de dejar de hacer lo mismo de la misma manera como lo hacíamos hasta ahora, buscando nuevos caminos alternativos, que rompan viejos paradigmas y limitaciones que nos impiden pensar de manera crítica e innovadora.

Parece mentira que hace poco más de cien años, la gente no tenía idea de cómo heredamos y transmitimos nuestros rasgos a nuestros hijos. Tampoco sabía por qué existe la gravedad, ni mucho menos que los átomos tenían una estructura molecular. Pero, ¿para qué viajamos tan lejos al pasado, si basta mirar los últimos 50 años para ejemplificar esto? La mayoría de nosotros nació sin celulares ni TV a color, menos internet. Nuestras conductas y conocimientos han tenido que adecuarse a esta revolución digital y, quienes no lo hicieron, simplemente quedaron fuera del juego.

Es claro entonces que en el mundo empresarial, las personas deberán desaprender sus viejos hábitos para adaptarse a un aprendizaje más ágil y colaborativo, un aprendizaje continuo en realidad, como una nueva forma de aproximación al trabajo. Y lo deberemos hacer para poder subsistir y porque ya comenzamos a aceptar que nuestro conocimiento actual no es suficiente para alcanzar nuestro potencial.

Entonces, comencemos a desarrollar un optimismo constructivo, lo que no significa obviar los problemas. Muy por el contrario, significa buscar alternativas. No creas todo lo que piensas, cuestiona lo que ves, lo que no ves y tus propias decisiones. Cuestiona lo que estás haciendo ahora y mucho más la forma en que has venido haciendo las cosas, cuestiona lo que hayas aprendido y lo que no, cuestiona tu actitud ante la vida y tus propias acciones. Cuestiónalo todo!.

Lo importante es saber que este proceso de cambio, de desaprender y aprender, no ocurrirá a menos que tomemos la decisión de hacerlo. Está en nuestras manos y nuestra voluntad decidir si nos adaptamos a estas nuevas exigencias del mercado. O no.

Mis heridas de guerra

Las heridas de guerra representan, metafóricamente, el paso de una persona por una situación dura y difícil, estresante, y a la cual se pudo sobreponer para salir con vida, a pesar de las dificultades con las que se encontró en el camino.

Son marcas que no se borran con el tiempo. Por el contrario, están ahí para recordarnos esos momentos difíciles, las emociones que se sintieron y las decisiones que se tomaron para avanzar o cambiar el destino de los hechos. Esas mismas decisiones son las que, con la perspectiva del tiempo, se convierten en aprendizajes sólidos de vida, lo que llamamos comúnmente, experiencia.

Los romanos cuando volvían de las campañas desfilaban por la ciudad, exhibiendo con orgullo sus heridas de guerra. Éstas, con el tiempo, se transformaron en marcas sobre las armaduras y corresponden a las medallas que se lucen todo el tiempo. Como ves, el concepto de este post no es nada nuevo.?

Todos en nuestra vida pasamos alguna vez por situaciones difíciles que nos dejan heridas de guerra. Lo importante es haber podido sobreponerse a ellas y haber crecido en el proceso, para que éstas hayan tenido algún sentido y se hayan transformado en la experiencia que tanto buscamos. Ahora ya sabemos que no existe tal experiencia sin estas heridas.

Después de muchos años emprendiendo, recientemente dejé la empresa que lideré por más de 20 años, Mapcity, y que se convirtió en una parte importante de mi vida, personal, familiar y profesional. Los últimos tres años y medio, después de haber vendido una parte mayoritaria de ésta a una corporación estadounidense, Equifax, estuve a cargo de liderar la empresa y los procesos de integración y generación de sinergia entre ambas compañías, para terminar vendiendo finalmente la totalidad de la firma hace sólo algunos días.

El paso de emprendedor a ejecutivo corporativo no fue nada fácil. Aspectos que dificultan la transición tienen que ver principalmente con temas culturales, pérdida de control y aspectos que hacen más compleja y lenta la captura de oportunidades, como estaba acostumbrado a aprovechar en Mapcity cada vez que las veía asomarse. La innovación corporativa definitivamente no es igual a la innovación en una startup o una pyme, lo que a veces puede llevar a la frustración del emprendedor, quien posee la visión, pero no necesariamente todo el dominio de la gestión.

Por otro lado, la capacidad de una corporación para enfrentar los desafíos del mercado y movilizarse para cumplir los objetivos de desempeño, resultan excepcionales. Si antes quería creer que había personas clave dentro de mi empresa, irreemplazables a lo mejor, hoy sé que esto no es cierto. Cuando la maquinaria está bien aceitada y existen los recursos, todo puede transformarse de la noche a la mañana, pero la esencia de la compañía seguirá intacta. Esa misma capacidad que le permite mantenerse inalterable a los movimientos internos, es la que también puede jugar en contra, impidiendo que existan cambios culturales importantes y necesarios, para facilitar la adaptación a los nuevos mercados o a las disrupciones del mismo.

Entender que el «gut feeling» ya no es un recurso válido para tirarse a la piscina, a veces con poca agua, dificulta fuertemente el aprovechamiento de las oportunidades. Un estudio reciente en más de 200 startups realizado por el inversionista estadounidense Bill Gross, fundador de IdealLab, demostró que el factor que más diferenciaba a las startups exitosas de aquellas que habían fracasado, era el timming. Esto es, la importancia que le daban sus líderes al momento en que innovaban y salían con un nuevo producto al mercado. Por eso es tan importante la delgada línea que existe entre el análisis y la parálisis, a la que muchas veces se ven enfrentadas las organizaciones, cómodas en su «core business«.

Estar permanentemente exigido es algo que no me incomoda, es más, me gusta mucho sentirlo. Eso si, necesito sentir que estoy haciendo algo relevante para el negocio y con aporte de valor, para que el esfuerzo valga la pena. Mi paso por una corporación tuvo de ambos sabores. No siempre me sentí lo útil que quería y no siempre sentí que mi aporte estaba cercano a mi potencial. Imagino que a muchos les ha pasado. Pero, sin embargo, en todo momento me sentí exigido, muchas veces en aspectos a los que no estaba habituado, lo que me obligó a estudiar y a exigirme aún más, para aprender y poder cumplir con mis expectativas y las del resto del equipo.

Frecuentemente escuchamos que el aprendizaje se genera cuando nos salimos de la zona de confort. Esto no ha podido ser más cierto en mi caso. Las zonas de confort son distintas para cada persona, las que dependen de lo que mejor sabemos hacer y dónde somos particularmente buenos. Para mí, antes de la vida corporativa, mi zona de confort era estar en riesgo permanente, con desafíos de supervivencia, pero con un propósito claro. No se trataba de dinero, se trataba de lograr objetivos de impacto, que afectaran de verdad a las personas y el entorno, más allá de los resultados financieros de corto plazo.

Para otros, salir del mundo corporativo a emprender puede significar exactamente lo mismo, salirse de su vida confortable y «aparentemente» segura. Miedo y stress a lo desconocido, a la incertidumbre y el riesgo. Ambas, la vida corporativa y la del emprendedor, constituyen dos faunas completamente diferentes y complementarias, donde las habilidades y capacidades (o llamadas skills) necesarias para navegar en cada una de ellos son totalmente distintas y la mayoría de las veces, opuestas. Lo bueno es que de ambas habilidades necesita el mundo.

No puedo más que agradecer por la etapa que recién termino. Si no fuera por ella, no sería «ambidiestro». Fue sin duda de un tremendo aprendizaje, en donde conocí además a grandes personas y amigos. Me dejó «heridas de guerra», si, pero que hoy puedo lucirlas con gran orgullo. Gracias a todos lo que lo hicieron posible y me ayudaron en el camino. Gracias Equifax y mucho éxito con Mapcity.

Para vender, aprende a contar historias

Storyselling es el nombre técnico que le damos al arte de contar historias, esperando que, quien las escucha, ejecute una acción que finalice en una compra de nuestro producto. Es el conocido arte de storytelling, pero asociado a la conversión.

Imagen: Patel 2017

¿Nunca te ha llamado la atención la gente que subasta prendas de ropa, artículos o automóviles que anteriormente pertenecieron a personajes famosos, grandes políticos o estrellas de cine? A ellos no les interesa la pieza en particular o el kilometraje del auto que están comprando; ellos quieren ser parte de la historia de los personajes a quienes admiran.

En tiempos de «infoxicación», en donde estamos bombardeados de mensajes, publicidad, podcasts, videos y, últimamente, muchísimos webinars, cada vez se nos hace más difícil captar la atención de nuestra audiencia. Y para ellos, que nos escuchan, también es difícil recordar los mensajes que reciben. La manera más efectiva de destacar es a través de las historias.

Pero, ¿por qué funcionan las historias?

Las investigaciones aseguran que nuestro cerebro no está cableado para retener hechos o datos por mucho tiempo. En cambio, sí está construido para retener historias. Y las historias son viajes que nos permiten trasladarnos en nuestra mente a distintas dimensiones del espacio-tiempo, actuando sobre nuestro cerebro y liberando sustancias químicas que nos hacen sentir distintas emociones, tales como la empatía, el afecto, la felicidad, la pena o el miedo, entre muchas otras.

El neuromarketing explica de manera precisa la relación entra las emociones de la audiencia y la capacidad de relacionar dicha emoción con una marca, producto o servicio, la que puede resultar persuasiva e incluso inducir a la acción de una compra. Investigadores de la Universidad de Claremomnt, en California, descubrieron que las historias tienen la capacidad de activar la hormona oxytocina en nuestro cerebro, llamada también la «hormona del amor», porque se asocia a la bondad, al romanticismo y al sexo en el ser humano.

Pero para lograr el resultado esperado, es fundamental darle significado al producto o servicio que queremos vender, que de otra forma sería impersonal. Hay que esforzarse por hacer una conexión emocional y lógica con la audiencia.

Una de las escenas que mejor refleja el uso de esta técnica es la que aparece en la icónica película Mad Men, cuando Don Draper presenta a ejecutivos de Kodak un novedoso sistema de carrousel para su proyector de diapositivas. Lo hace a través de una historia personal, que despierta todo tipo de emociones en ellos, logrando cautivarlos y captar su interés de manera sobresaliente.

“Las personas se convierten en los relatos que escuchan y los relatos que cuentan” –  Elie Wiesel, escritor húngaro sobreviviente de campos de concentración.

Construyendo tu historia

Una historia debe tener siempre un héroe, el personaje principal, que normalmente será tu cliente.

Debe existir un contexto donde se desarrolla la historia y un conflicto a resolver, alguna causa por la cual luchar. Esta causa es lo que nuestro producto resolverá. Es el dolor del cliente. Nike, por ejemplo, ayuda a convertir a sus consumidores en atletas, Uber los ayuda a llegar a tiempo a sus juntas  y los teléfonos de Samsung hacen la vida más sencilla a sus usuarios. En todos los casos anteriores, la empresa es el guía que ayuda al consumidor a superar el problema.

Hay una historia sobresaliente, memorable, asociada a Steve Jobs, que me gustaría compartir contigo:

Cuando Apple estaba trabajando en su primer iPod, sus ingenieros le presentaron a Steve Jobs un prototipo (DeMeyere 2011). Después de un cuidadoso examen, el creador de Apple no se sorprendió. En su opinión, el dispositivo era demasiado grande.

No le convenció la explicación de que un aparato tan poderoso y complicado no podía ser más pequeño y que todos los componentes necesarios no cabrían en él de otra manera. Como respuesta a tal afirmación, Jobs se acercó a una pecera y dejó caer el prototipo del iPod en ella. Mientras el dispositivo se hundía comenzaron e emerger burbujas de aire. Cuando el iPod llegó al fondo, Steve Jobs dijo:


«Esas son burbujas de aire. Eso significa que hay espacio ahí dentro. Hazlo más pequeño.» – Steve Jobs

Jobs sabía muy bien lo que quería para sus clientes y lo que ellos amarían como producto. Es importante conocer muy bien al cliente, sus dolores y el viaje que realiza hasta llegar a la compra. El customer journey es importante porque recoge las interacciones y las etapas por la que pasa un cliente hasta que toma la decisión final. El es el protagonista de nuestra historia. Entonces, debemos ponernos en su lugar y permitir que él se refleje en la historia que contamos, que la haga propia. Y solo lo podremos hacer si conocemos su viaje, sus aprehensiones, emociones, pensamientos. 

Al final del viaje, una vez que logramos resolver el conflicto, el héroe saldrá victorioso gracias a nosotros como marca. Es ahí donde la audiencia se siente parte y se identifica, logrando la conexión emocional que buscamos, con lo que estaremos mucho más cerca de conseguir un nuevo cliente.

Por eso, ya sabes, si quieres convencer, cuenta una historia simple, auténtica y relevante. Es infinitamente más eficaz apelar a la emoción que a la razón. 

Te invito a escuchar la conversación que sostuvimos con Cristián «Ritalin» Leon y Daniel Halpern sobre este tema en «Ideas que hablan» de la Fac. de Comunicaciones de la UC :

https://www.linkedin.com/posts/danielhalpernjelin_ideas-que-hablan-activity-6688472915740028928-SY5w

¿Emprender o Emplearse? una pregunta que se repite

En estas últimas semanas he escuchado a mucha gente que está preguntándose si es un buen momento para emprender y algunos me han llamado para pedirme uno que otro consejo o ayudarlos a despejar ideas.

Decidí escribir este post a raíz de mi participación en un panel de https://www.conectamasfiis.com/ , que intentaba responder a los asistentes al webinar, junto a otros destacados profesionales, esta difícil y recurrente pregunta que muchos se hacen hoy.

Algunos, por obligación, han tenido que buscar nuevas formas de sustento, pero otros, aunque con trabajo «seguro», están en búsqueda. Pero ¿en búsqueda de qué?

Justamente en esta pregunta creo está el secreto. En mi opinión, la decisión sobre si emprender o emplearse más pasa por un tema de actitud y autoconocimiento profundo de ti mismo, que te ayude a encontrar lo que te apasiona y te hace feliz, que por una mera decisión arbitraria. Parece un poco cliché, pero veamos a qué me refiero.

Cuando uno hace algo con pasión, lo hará como nadie más y lo disfrutará. Estoy seguro que el dinero no será la motivación principal, pero en cambio, el dinero fluirá hacía él como consecuencia de aquello. Mucha gente confunde lo que le gusta con lo que le apasiona. Pero son dos cosas muy distintas. Lo primero te aburrirá, tarde o temprano (como cuando comes un pastel de chocolate, un rico plato de comida china o peruana. No podrás repetirlo todos los días). En cambio, lo segundo, lo que te apasiona, es lo que te lleva a levantarte todos los días, con ganas, incluso antes de que suene el despertador, y es lo que te entusiasma, por siempre, sin aburrirte.

Cuando uno hace algo con pasión, lo hará como nadie más y lo disfrutará. Estoy seguro que el dinero no será la motivación principal, pero en cambio, el dinero fluirá hacía él como consecuencia de aquello. Mucha gente confunde lo que le gusta con lo que le apasiona.

Pero ¿basta la pasión para tomar la decisión? Probablemente no. Otros aspectos pueden ser relevantes para inclinar la decisión en uno u otro sentido. No es lo mismo emprender a los 30 que a los 50. Ambos tienen las mismas posibilidades de éxito, no así las mismas responsabilidades individuales como seres humanos. Si tienes una familia que sostener y no cuentas con financiamiento de largo plazo, puede que el riesgo sea demasiado alto para ti y, por ende, esa opción será descartada sin ni siquiera evaluar la oportunidad. Es conocido el antecedente empírico de que el 75% de las empresas fracasan antes del 3er año, dato recogido de Bloomberg. Entonces, pregúntate ¿Estás preparado para manejar esa frustración y además tienes la suficiente tolerancia al riesgo como para aceptar anticipadamente que las probabilidades juegan en tu contra?

Por otro lado, si decides emplearte debes considerar que una empresa grande te entregará muchas herramientas que serán de alto valor en el futuro, por lo que recomiendo firmemente pasar por esa experiencia alguna vez. A Los emprendedores nos motiva generar cambios positivos en nuestros entornos y dar valor agregado a lo que hacemos, lo que va de la mano de la innovación. Si la empresa en la que estás no te provee de ese entorno flexible y tu eres emprendedor, te desmotivarás rápidamente al no sentirte desafiado en lo que haces.

Este es un gran desafío para las empresas modernas, ya que no se trata solo de este grupo de personas y profesionales con alma emprendedora. Los millenials, que hoy conforman gran parte de la fuerza laboral, es una generación muy distinta a la que hoy dirige las grandes empresas. Ellos no negocian salario, negocian flexibilidad. Valoran tiempo, vacaciones y la vida misma. El viejo modelo de full life employment, como en Japón, dejó de ser un referente a seguir.

Es importante  que las empresas, si quieren captar y retener ese talento, se modernicen y aprendan a gestionar a este nuevo empleado, del cual conocen muy poco. Deben romper viejas estructuras y ser más abiertos, generando confianza en la comunicación para generar ese fit cultural tan necesario para retenerlos.

Pero las empresas también pueden tener emprendedores en sus filas, los que por cierto resultan muy valiosos para ellas. Las empresas más importantes del mundo los tienen por montones (se llaman intrapreneurs), pero saben que necesitan concederles estos preciados espacios de creación y de construcción de visión. Una conducta que además se contagia y la compañía completa se sintoniza con esa forma de trabajar y pensar, transformando a todos en agentes de innovación. Lo interesante es que a los innovadores no necesitas decirles que lo sean, debes permitirles que lo sean. En Google, por ejemplo el 20% del tiempo de trabajo se dedica a eso, a pensar en nuevas ideas. Es tiempo libre, administrado por los mismos empleados. Varios productos exitosos, como Google News o Street View, han sido fruto de estos procesos de creatividad libres, que no tienen asociado un caso de negocio ni presión por la rentabilidad de corto plazo.

Como consejo final, para avanzar en encontrar tu pasión y tu propósito, te recomiendo que pienses en qué te hace único en el hacer. Qué admira el resto en lo que haces, no en lo que eres (puedes hacerle la pregunta a 10 personas que te conozcan, yo lo hice. Es fantástico!). Eso que resulte como factor común, es lo que debes desarrollar. A partir de eso comienza a descubrir y entregarte a tu pasión, ya sea empleándote en una compañía o creando la tuya propia. El mundo necesita de ambos tipos de personas, así que cualquiera sea el resultado de tu experimento, lo importante es que emerja la mejor versión de ti y te entregues al máximo en lo que decidas hacer.

Una invitación a Pensar

Hay muchas frases célebres que solemos escuchar en charlas y que recurrentemente nos invitan a pensar y reflexionar sobre nuestras vidas, valores y propósitos. Creo que ninguna de ellas puede calzar mejor con el momento que estamos viviendo, atribuida a Charles Darwin, que nos dice que «no son las especies más fuertes ni las más inteligentes las que sobreviven, sino que aquellas que mejor se adaptan al cambio».

Recientemente recibí una invitación a pensar (si, una invitación a pensar), de parte de la consultora Roadmap*, la que me motivó a escribir este artículo. Espero que los lectores también puedan reflexionar, a través de estas ideas, cómo deberíamos repensar el mundo post-pandemia.

Nuestra actitud respecto de la pandemia ha pasado de una que esperaba que esto pasara rápido, a otra que nos asegura que esto no pasará, no del todo al menos, y que deberemos necesariamente adaptarnos a una nueva forma de vivir y trabajar. Aún no sabemos cómo será realmente, pero sí podemos estar seguros que nos obligará a cambiar. Lo interesante es que algunos, los más optimistas a lo mejor, ya comenzamos a ver «el vaso medio lleno» de esta situación y cambio. No todo se ve tan negro al parecer.

Nos pudimos dar cuenta que podemos, por ejemplo, vivir con menos cosas materiales. Las nuevas conductas de consumo así lo demuestran, ya que hemos podido sobrevivir comprando lo justo y necesario, lo básico. ¿Nos llevará este cambio a disminuir nuestro consumo de artículos suntuarios y lujo por ejemplo? Hemos visto el valor de los espacios de concentración y trabajo en los hogares, lo que unido a la menor movilidad, podría llevarnos a una nueva definición de ciudad, diseño de oficinas, de estilo de vida y rediseño funcional de nuestros hogares. ¿Estaremos en el futuro más dispuestos a vivir más lejos de todo, pero en casas más grandes?

En el ámbito empresarial, deberemos aprender a trabajar de manera virtual, pero con toque humano, aprendiendo a separar nuestro tiempo de trabajo de nuestro tiempo de familia y recreación, cuando los límites entre ambos ya comienzan a desaparecer. En el ámbito educativo, la educación a distancia, que no era suficientemente valorada por todos, ya es una realidad y toma cada día más fuerza, validando su potencial. Y suma y sigue.

Me pregunto si esta pandemia está actuando como un mero acelerador de una reconfiguración total del orden social mundial, que iba a suceder tarde o temprano, o hay aspectos de cambio que no iban a ocurrir tan fácilmente por la simple convicción y acción humana. Por lo tanto, de ser esto último, ¿podría concluir que era un mal necesario?

En nuestras relaciones personales, ya hay indicios de que cambiamos. En una encuesta reciente en Estados Unidos, el 43% manifestó que espera en el mediano plazo no volver más a dar la mano y el 41% dijo que espera no tener que volver a besar en la mejilla a modo de saludo. ¿ Vendrá entonces también un rediseño de nuestras relaciones sociales ?

Al nivel de nuestra escala de valores, pareciera que también somos, al menos por ahora, mejores personas. Según un reciente estudio, el sentido de responsabilidad subió un 62%, la solidaridad un 51% y así con otros valores, sumando la resiliencia, la colaboración y la empatía. ¿Podremos sostener en el tiempo esta supuesta mejora, al menos temporalmente, de la humanidad?

En el mundo laboral, la necesidad de subsistencia está generando el nacimiento de nuevos emprendimientos y empresas. Nunca en la historia se habían registrado tantos dominios «.cl» como en el mes de mayo recién pasado, con un 60% más que un mes normal promedio. Vemos que hay una creciente actividad en el mundo digital y deseos de emprender, por necesidad o voluntad, por lo que me atrevo a volver a hacer las preguntas que plantee en mi libro «Piensa al Revés», lanzado hace justo un año, las que no solo siguen estando vigentes, sino que considero son absolutamente necesarias para enfrentar los desafíos inciertos que viviremos como sociedad y como personas.

Dada esta nueva realidad adaptativa, les expongo estas cinco preguntas que creo hoy cualquier emprendedor o líder debería saber responder respecto de su proyecto o idea. No recuerdo bien ahora el origen de la compilación de estas preguntas, pero son las que hoy me hace sentido cuestionarme cada vez que me enfrento a una nueva iniciativa que creo podría cambiar el “tablero de juego”. La primera es obvia, pero las siguientes no lo son tanto. Si no tienes respuesta ahora para todas, no importa, puedes avanzar en tu idea, no hay problema. Al menos, eso sí, piensa en ellas.

-¿Cuál es el problema que estás tratando de resolver?

-¿Por qué y cómo surgió el problema?

-¿Si tienes éxito en resolverlo, qué cambios experimentará el mercado?

-¿Cómo será el mundo diferente si tu idea resuelve el problema?

-¿Quién desaparecerá o verá disminuir su participación de mercado si tu idea prospera?

La última de las preguntas es una de las más interesantes desde mi perspectiva. Cada nueva idea y oportunidad en el mercado hace que otro tenga que sufrir o adaptarse si no quiere morir. Y ese “otro” puede ser alguien que ni siquiera tienes ahora en tu mente ni lo visualizas como competidor. De hecho, no es necesario que lo sea; puede ser cualquiera. Por lo tanto, si tu idea impacta a algún jugador actual, ya está bien encaminada.

Ya sea en tu ámbito personal, familiar, profesional o empresarial, no pierdas la oportunidad de reflexionar y aprender. De cada uno de nosotros dependerá cómo navegaremos el futuro, el que sin duda vendrá lleno de cambios y oportunidades en todos los campos imaginables.

Hoy no podemos asegurar ni definir ese futuro, pero sí podemos plantear escenarios posibles, para adelantarnos a ellos y buscar los mejores caminos que nos permitan lograr navegar en el nuevo modelo de sociedad que tendremos, una vez que todo esto pase. Como dijo Yuval Noah Harari : «las decisiones de hoy serán cruciales para definir nuestro futuro».

*Este artículo nace de una «invitación a pensar», https://www.findtheroadmap.com/.

¿Cambió Chile?

Cuando aún no nos comenzábamos a recuperar de la crisis social iniciada el 18 de Octubre pasado, cuando la consigna era que Chile cambió, nos llegó una nueva crisis, esta vez más compleja de manejar y con graves efectos, de alcance global, tanto económicos como de salud.

La buena noticia, si buscamos mirar el vaso medio lleno, es que al parecer Chile sí cambió. Una reciente encuesta sobre las prioridades y cambios en la escala de valores de las personas al menos así parece demostrarlo. El sentido de responsabilidad aumentó un 62%, seguido por la empatía y la solidaridad, ambas en más del 50%. Otros atributos que subieron en la escala de valores son la resiliencia, la valentía, la tolerancia y la colaboración.

La valorización de la familia y la importancia de cuidarnos pasó a ser un objetivo colectivo, pero gestionado de manera individual, evitando la movilidad a toda costa, factor crítico de prevención del contagio.

Es por ello que vemos que, como resultado de lo anterior, los locales y almacenes de barrio han visto incrementadas sus ventas de manera importante, alcanzando un 31% de participación en marzo pasado, lo que ha continuado creciendo en los meses siguientes. Por el contrario, el llamado canal moderno, representado por los supermercados, perdió nada menos que un 20% de la canasta de gasto en el mismo período, donde una buena parte fue a parar al canal tradicional y al e-commerce.

La crisis social distanció los supermercados de la gente más humilde, donde muchos de ellos fueros saqueados o quemados y no volverán a abrir, dejando comunas completas sin acceso a ellos. Es ahí donde la proximidad de los locales de barrio cobra relevancia, lo que se incrementó debido a las restricciones de movilidad impuestas por las autoridades.

La solución para una gran mayoría (y lamentablemente no para todos) ha llegado a través del uso de la tecnología, a través de la compra y venta remota. Se estima que más de 160 mil hogares nuevos se incorporaron a esta modalidad de compra, lo que representa mas de un 4% de crecimiento, en apenas unas pocas semanas. Algo insospechado en época pre-crisis.

Con estos datos, podemos decir que Chile sí cambió. El mundo entero cambió. Como una ola que revienta fuerte sobre el mar, nos llevó a todos, sin darnos cuenta, a cambiar nuestras preferencias y conductas, con mayor resiliencia y aceptación, pero sin dejarnos inmóviles. Las grandes diferencias de conductas las veremos entre quienes dirán que esto los destruyó y quienes ya están actuando para salir de ello y poder reinventarse. Miles de emprendedores ya están nuevamente poniéndose de pie, se están creando nuevos mercados, nuevas empresas que, no tengo dudas, modificarán para siempre la dinámica de la oferta y la demanda que conocíamos hasta ahora.

Ojalá este cambio nos permita desarrollarnos más y mejor como país. Ojalá esta digitalización obligatoria a la que hemos sido llevadas las personas y las empresas, nos permita también aprovechar las oportunidades que todas las crisis traen consigo. Ojalá estos cambios, motivados por la fragilidad, ahora más evidente, que tenemos los seres humanos como especie, nos permitan construir un país más justo y menos individualista.

Quiero creer que el cambio en los valores no será parecido a esa ola, que una vez que revienta, simplemente desaparece, como si nunca hubiese existido dejando apenas una estela como recuerdo de su pasar. Es de esperar que nos deje la huella permanente de un golpe fuerte de timón, que nos enseña y nos deja una lección para la vida: la de ser mejores personas, más fuertes y comprometidas con el prójimo y el medioambiente.­­­­